Apuntan contra Scioli
Daniel Scioli recién llegó de Italia y se encontró con una seguidilla de ataques políticos coordinados que no partieron desde la oposición sino desde la cima del kirchnerismo.
Daniel Scioli recién llegó de Italia y se encontró con una seguidilla de ataques políticos coordinados que no partieron desde la oposición sino desde la cima del kirchnerismo.
¿Cuál es el motivo que lleva a la presidenta Cristina Fernández a jugar con fuego y a poner en riesgo su relación con el gobernador de la provincia más importante y con los intendentes que son los principales eslabones de la cadena del poder? Hay varias hipótesis pero la más importante dice que el ala menos peronista de su gobierno quiere evitar por todos los medios que
Daniel Scioli sea el heredero del kirchnerismo. Les espanta esa idea. Ellos se sienten una mezcla de Evita y el Che y ven a Scioli como la reencarnación de Carlos Menem.
Exageraciones afiebradas de quienes suelen ver la política por el ojo de una cerradura hiperideologizada. Pero están convencidos de eso. Carlos Zannini, Juan Manuel Abal Medina, Oscar Parrilli y Horacio Verbitsky son los que sostienen esta teoría conspirativa delante de Cristina. A la presidenta le suena como música para los oídos. Al revés de Kirchner que en su provincia siempre fue un caudillo conservador que comenzó su militancia en el ala ortodoxa del hoy denostado pejotismo, la presidenta siempre fue distante de las estructuras orgánicas partidarias.
Ella siempre se miró en el espejo de las izquierdas culturales y de los derechos humanos a los que considera el eje de su proyecto y no un mero accesorio como lo utilizaba su esposo fallecido. Este es el corazón del viraje de Cristina. Es el sustento conceptual que le permite elogiar sin límites a Martín Sabatella y fomentar las operaciones contra Daniel Scioli. Desde el pragmatismo peronista no se explican como es posible que esto ocurra.
Alberto Perez, el jefe de gabinete lo dijo con claridad aunque inflando un poco las cifras: dijo que Sabatella tiene 5 puntos y Scioli 50. Y varios intendentes recordaron que Scioli fue leal a los Kirchner hasta lo increíble y que hace solo dos años, en las legislativas del 2009, Sabatalla fue contra Néstor Kirchner en la provincia. De todos modos la lista colectora que llevaría a Sabatella como candidato a gobernador y a Cristina como presidenta es la principal mojada de oreja para los intendentes y Scioli.
Ya no es un tema ideológico, es supervivencia elemental. Varios jefes territoriales que hace 20 años conducen sus municipios saben que pueden llegar a perder la elección o el control del consejo deliberante que es algo peor porque es el primer paso hacia los tribunales y la destitución escandalosa.
Ya lo dijo Sabatella: “Scioli está a la derecha de Macri”, y esa mas que frase es una bandera de su sector. Desprecian la buena relación de Scioli con las figuras más populares de la tele como Mirtha, Susana y Marcelo y con el grupo Clarín. Lo ven como un futuro traidor. Lo mismo que Hugo Curto dijo de Sabatella: “Es como Cobos, nos va a traicionar”. Las cosas estan muy calientes y la pelea por ahora y solo por ahora, es con ideas y zancadillas. Pero en el peronismo nunca se sabe.
Con Horacio Verbitsky como vanguardia esclarecida otra parte de la ofensiva contra Scioli tiene que ver con su gobierno. Cuestionan cotidianamente a su ministro Ricardo Casal y a toda su política seguridad “de mano dura y demagogia punitiva”. Con el brutal asesinato por la espalda de Lucas Rotella, el pibe de Baradero, esto se va a potenciar.
También le facturaron sus palabras de hace 10 años cuando dijo que Argentina estaba “exportando ingenieros e importando delincuentes que después usurpan casas”. ¿Qué hará Scioli frente a la multiplicación del “fuego amigo”? No se sabe. Sus amigos le acercaron dos posibilidades. La mas suave es llamar a elecciones provinciales en una fecha distinta que las nacionales. Eso termina de un plumazo con todas las especulaciones de las colectoras. Y la más fuerte es animarlo a que se presente como candidato a presidente. Eso cambiaría todo el escenario político. Obligaría a barajar y dar de nuevo. La duda sigue abierta. Scioli tiene la palabra.