Pedraza tiene la cara de piedra. Tira la piedra y esconde la mano. A esta hora estamos en condiciones de confirmar que José Angel Pedraza sigue atornillado a su sillón de capo máximo de la Unión Ferroviaria y que ni se le cruzó por la cabeza tener la dignidad de la renuncia. A esta altura se ha convertido en el símbolo de lo peor del sindicalismo argentino. Del que vendió sus principios al mejor postor y encabezó a tambor batiente el proceso de privatización y liquidación de los trenes en la década del 90 bajo las banderas del neoliberalismo de Carlos Menem. Pedraza es responsable, entre otras cosas, del ferrocidio, neologismo que tituló el libro de Juan Carlos Cena para graficar aquella destrucción sistemática de los ramales y de muchos pueblos que vivían al lado de la estaciones ferroviarias. Aquel golpe de estado contra los trenes hizo desaparecer 19 mil kilómetros de vías y 100 mil trabajadores pasaron a ser desocupados en un salto al pasado que no había ocurrido jamás en la historia.
 
El que manejó aquella locomotora destructiva de su propio gremio fue José Pedraza. A cambio dejó de ser trabajador y pasó a ser millonario. Se convirtió en empresario y pasó a explotar mediante las empresas tercerizadas a los trabajadores que tenía que defender.

Hace 10 años fue procesado porque desaparecieron de la obra social de su gremio la friolera de 15 millones de dólares. Una curiosidad, en aquella causa lo defendió Esteban Righi, el actual Procurador General de la Nación que sigue siendo su amigo. Hasta los actuales ministro y vice de trabajo, Carlos Tomada y Noemí Rial fueron asesores del gremio. Cuando Menem le regaló el Belgrano Cargas a Pedraza lo primero que hizo fue designar en la presidencia a Graciela Coria, su esposa. Ya era un personaje tenebroso que no podía resistir una inspección de la AFIP. No podía explicar como ese peón de pico y pala que pasó hambre en su infancia vivía en una casa en Morón que está valuada en 700 mil dólares? ¿Y dicen que en Parque Leloir tiene otro castillo mas espectacular todavía. ¿Cómo hizo para juntar tanta plata con el sueldo de dirigente sindical? Hace casi 25 años que es el secretario general de su gremio? Trajes italianos, guardaespaldas, matones y patoteros argentinos, autos de alta gama, vacaciones vip en el Sheraton de Rio de Janeiro a 400 dólares la noche, privilegios imposibles de justificar. Y sin embargo sigue ahí, firme en su puesto. Estableció una sólida amistad con Ricardo Jaime y el ministro Julio De Vido.
 
Hace menos de un año fue elogiado por la presidenta Cristina como ejemplo de resistencia sindical y de un gremialismo que construye. Y algo de cierto hay. Pedraza viene resistiendo todos los embates de la justicia y de los delegados honestos y combativos y ha construido una verdadera fortuna personal. Como diría Nik, Pedraza es de esas personas que nunca abandonan sus ideales. Por eso ahora tienen yates ideales y cuentas bancarias ideales. Son progresistas porque sus finanzas progresan de lo lindo. Pero esta vez no hay lugar ni para las ironías. Porque se cruzó la línea de la muerte. El estado mayor de su gremio está sospechado de haber organizado la asociación ilícita que asesinó a Mariano Ferreyra y dejó a Elsa Rodríguez gravemente herida y peleando por su vida.

¿Le habrá llegado la hora a Pedraza? ¿Terminará acá su exitosa carrera empresarial? ¿Tendrá la dignidad de renunciar a su cargo? ¿El ministerio de trabajo no tiene nada que decir sobre este tema? Edgardo Depetri, el dirigente sindical y diputado que reemplazó a Néstor Kirchner en la banca dijo que no tenía ninguna duda sobre la responsabilidad política de Pedraza. ¿A esta altura no amerita la intervención del gremio? Si Pedraza está libre de pecado que tire la primera piedra. Son muchas preguntas y una sola respuesta: Pedraza descarriló.

Menem, Cristina, Righi