Una consigna típica de los años ’70 que solía aparecer pintada en las paredes decía lo siguiente: “Al combatiente muerto no se lo llora, se lo reemplaza”. Una manera de proponer que la Revolución es lo único que debe guiar los actos de los hombres y las mujeres.

Cristina dijo en Venezuela que hombres como Hugo Chávez no se mueren, se siembran. Varias veces, el extinto líder venezolano había dicho que el matrimonio Kirchner y él eran hermanos porque eran hijos de la misma crisis. Hablaba de la implosión de los partidos tradicionales y del estallido del paradigma neoliberal que, es cierto, parió gobiernos populares, mas parecidos a su pueblo, como le gustaba decir a Néstor.

La gran pregunta ahora es si Cristina Fernández, la única que queda viva de ese triángulo, será la combatiente indicada para reemplazar a Chávez en la conducción del eje bolivariano y antiimperialista. El sucesor de Chávez, Nicolas Maduro tendrá una tarea titánica tratando de mantener cohesionado el socialismo del siglo XXI y difícilmente pueda ocuparse de articular a los demás países. Tanto Evo Morales como Rafael Correa presiden países fuertemente comprometidos con el proyecto ideológico de abandonar los sistemas democráticos y republicanos tradicionales pero no tienen la potencia económica, territorial ni poblacional como para transformarse en la locomotora de ese tren.

Dilma Rouseff ya definió que la prioridad de Brasil es jugar en las ligas mayores de las principales potencias del mundo y eso deja abierta una vacante que Cristina bien podría ocupar. Claro que la presidenta argentina tiene ya una carga muy pesada con el manejo de la Argentina en un momento clave, lleno de turbulencias económicas, con la prohibición constitucional de ser reelecta, sin heredero claro a la vista y todavía con el duelo de haber perdido a su compañero de toda la vida.

¿Querrá Cristina ocupar el lugar de Chávez? ¿Podrá colocarse el traje de comandante? El denominador común es que mientras enfrenta dificultades mas graves; mas se radicaliza. De hecho si algo comparten Argentina y Venezuela es el podio de los países con mayor inflación del mundo y problemas serios de inseguridad. Pero también durante una década, Chávez y los Kirchner han construido una sociedad estratégica muy potente.

Una verdadera relación carnal tapizada de ayuda mutua pero también llena de oscuridades, decisiones clandestinas sin papeles a la vista y casos de corrupción alevosos. Venezuela le dio una mano gigante a la Argentina con la compra de sus bonos en momentos en que estábamos en la lona y le colocó una manguera gigante por donde fluyó toda la energía que necesitamos para no morir asfixiados. Chávez cobró muy bien por esos servicios. En intereses por momentos usurarios, en alimentos y en apoyo político en los distintos foros internacionales.

Juntos, los jefes políticos ya fallecidos, Néstor y Chávez mandaron a George Bush al “carajo” en Mar del Plata y lograron alumbrar sus propias salidas como la del ALBA. Le hicieron un corte de mangas al presidente de los Estados Unidos. Chávez se consolidó como el hecho maldito del continente burgués. El crecimiento de las exportaciones de nuestro país a Caracas fue geométrico, espectacular. De apenas 140 millones de dólares en el 2003 a la friolera de 2.186 en 2012.

Claro que lo que también crecieron fueron las coimas, manos en la lata, valijas con dólares negros y lo que se conoció como la embajada paralela que siempre supervisó el histórico cajero del kirchnerismo: Julio de Vido. El escándalo de Antonini Wilson y los 800 mil dólares que al parecer fueron 5 millones en total le costó la cabeza a Claudio Uberti acá y a Diego Uzcátegui de PDVSA allá. Pero acá se investigó poco y allá nada.

La basura de la corrupción fue rápidamente escondida debajo de la alfombra de Bolívar. Igual que el 15% que había que pagar de retorno para exportar maquinas agrícolas y la desaparición de 90 millones de dólares de un fideicomiso transformado en agujero negro. La década ganada en la Argentina para muchos fue la posibilidad de hacerse millonarios a costa del dinero del estado. Boliburguesía y amigopolios.

La complicidad entre Argentina y Venezuela fue la más duradera, consistente y turbia que se pudo construir. Eso entre los países. Pero entre sus dirigentes falta una respuesta que tiene que dar Cristina. En su última cadena nacional dijo que ella es de intentar siempre todo. Que no le gusta hacer la plancha. Que siempre va por más.

Muchos la llaman Reina Cristina. Ella misma se definió como abogada exitosa, antigua arquitecta egipicia y posible candidata a papisa. ¿Dará el próximo paso? ¿Se animará a reemplazar a Chávez? ¿Se viene la Comandante Cristina?