La gran pregunta ya tiene respuesta: Cristina Fernández de Kirchner seguirá en la presidencia por cuatro años más. Este domingo, cuando las urnas se abran, se despejarán otras incógnitas que también tienen su importancia para el futuro. ¿Superará los 11 millones de votos? ¿Se convertirá en la presidenta mas votada desde 1983 y en la que mayor diferencia le saque al segundo en toda la historia? ¿Triunfará en todas las provincias menos en San Luis? ¿En cuanto se incrementarán los bloques de diputados y senadores del oficialismo y cuantos se sumarán en el corto plazo? ¿Forzará una reforma constitucional para conseguir la posibilidad de la reelección indefinida o ayudará a parir un sucesor que pueda continuar y renovar simultáneamente el proyecto? ¿Qué hará Cristina convertida en la presidenta con más poder desde el retorno de la democracia? ¿Qué rumbo tomará? ¿Aprovechará semejante respaldo para consolidar las instituciones democráticas y para construir un país con hambre y pobreza cero? ¿Tendrá el equilibrio y la sabiduría suficiente para conducir a la Argentina hacia un desarrollo con inclusión, en paz social y en el marco de la más amplia libertad de expresión? Es un sueño, una utopía, o una expresión de deseo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo. En ese punto está el denominador común, esa unidad nacional que Cristina viene proclamando desde las tribunas.
 
Este domingo empieza una nueva etapa. Por primera vez vamos a experimentar a un tercer gobierno consecutivo del mismo signo partidario y también con el sello del mismo apellido: Kirchner. Nadie gobernó durante doce años seguidos. No lo lograron ni Carlos Menem ni Juan Domingo Perón. ¿Qué pasará con el resto de los partidos? ¿Quién representará a ese piso del 45% de compatriotas que no han votado ni votarán a Cristina? ¿Se podrá reconstruir el bipartidismo con un radicalismo renacido de sus cenizas y con los intendentes ganadores a la cabeza? ¿Será muy grande el deterioro de Alfonsín o seguirá en carrera? ¿Se consolidará el Frente Amplio Progresista con Hermes Binner a la cabeza como una alternativa de centro izquierda que incluya además de igualdad social la pelea contra la corrupción y el autoritarismo? Veremos que opinan los ciudadanos.

Estudiaremos cual es el mandado de la gente. ¿Qué pasará con los peronistas no kirchneristas? ¿Armarán un partido por afuera o Alberto Rodríguez Saa y Francisco de Narváez entre otros se convertirán en una corriente interna del Partido Justicialista? ¿Qué tipo de estructura nacional respaldará las intenciones presidenciales de Mauricio Macri? ¿Cuál será el lugar que los votantes le reservan a Eduardo Duhalde y Elisa Carrió?

El tuvo mucho poder y como presidente fue el piloto de tormentas que evitó el naufragio y ella fue una de las dirigentes más brillantes y honradas que navegó entre 5 millones de votos. ¿Qué destino tienen? ¿Hay un crecimiento electoral pequeño pero sólido de la izquierda clasista? ¿Qué liderazgos amanecen al abrigo de Jorge Altamira y los delegados de base? Hay otras inquietudes que tienen que ver con el rumbo político y económico. Con evitar que se escape la inflación a las nubes y los dólares al exterior.

Con que haya cada vez mas trabajadores en blanco y con mejores sueldos. Con que a nadie le falte el agua, las cloacas ni la vivienda. Con castigar como corresponde la corrupción de estado y premiar la cultura del esfuerzo y las manos limpias en el estudio y el trabajo. Con combatir el delito para que las familias puedan vivir en paz y no temblar cuando sus hijos llegan tarde a casa.

Los interrogantes son muchos. Pero las cartas ya están echadas y este domingo las podremos ver en toda su dimensión. Lo cierto es que mas allá de quien gane y quien pierda, todos tenemos mucho para festejar porque una vez más vamos a elegir nuestro destino en pleno ejercicio de la democracia. Cada uno de nosotros valdrá un voto y este domingo seremos mas iguales que nunca. Ese día la voz del pueblo es la voz de Dios. Es la soberanía popular la que tiene la palabra. Y eso es sagrado.