Desagravio a Strassera
El lunes 16 de agosto en este espacio leí una columna titulada Don Julio del Nunca Más. A propósito de sus opiniones por el caso Papel Prensa y la familia Graiver fueron tan graves e hirientes las barbaridades que se han dicho en estas últimas horas de Julio Strassera que varios oyentes me sugirieron que la repitiera a modo de desagravio.
El lunes 16 de agosto en este espacio leí una columna titulada Don Julio del Nunca Más. A propósito de sus opiniones por el caso Papel Prensa y la familia Graiver fueron tan graves e hirientes las barbaridades que se han dicho en estas últimas horas de Julio Strassera que varios oyentes me sugirieron que la repitiera a modo de desagravio. Y me pareció un acto de justicia con quien hizo tanto para que se hiciera justicia en la Argentina.
Ahí va…El doctor Julio César Strassera ya entró en la leyenda de la democracia recuperada y de la defensa de la justicia. A 25 años de aquel Juicio a las Juntas Militares que ordenó el presidente Raúl Alfonsín hoy puede decirse que ese momento fue refundacional, basado en el coraje cívico y en la ética republicana. Don Julio hoy es un ciudadano común que fuma mucho y camina lento por las calles y que muy pocos conocen. Desprecia los homenajes pero aunque él no lo quiera ya es un prócer que deberíamos bendecir de una vez por todas. Los bigotazos blancos y las ojeras profundas lo hacen insólitamente cada vez mas parecido a Alfonsín que fue el político que lo convenció para que se jugara la vida por todos nosotros.
Y no estoy exagerando. Ser el fiscal acusador de aquellos terroristas de estado encabezados por Videla era jugarse la vida. Exponerse a los atentados, a tantas amenazas de muerte para él y su familia. En aquellos tiempos los genocidas y sus patotas tenían poder y capacidad de daño. No era fácil como ahora hablar de los derechos humanos y condenar a los asesinos de uniforme. Hay que decirlo para que haya memoria histórica. Para que ningún recién llegado al tema se haga el guapo descolgando cuadros ahora cuando en su momento no se le recuerda un solo gesto de defensa de los presos políticos o de lucha por los derechos humanos. Ahora es fácil, repito.
Ahora se hacen los valientes porque cazan dinosaurios en el zoológico y se creen revolucionarios. Y don Julio que lo fue de verdad anda calladito y humilde por la vida. Don Julio inmortalizó aquellas dos palabras, aquellos dos rezos laicos que lo decían todo: Nunca más. Todavía hoy tiemblo todo cuando me parece escuchar su voz cavernosa diciendo con firmeza: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más”. Don Julio es de esos argentinos que condenaron todas las formas de la muerte y las combatieron con todas las formas de la vida. Aquel juicio fue una bisagra en la historia de este país. Nadie en el mundo se atrevió a hacerlo. Aquel proceso legal fue inédito aunque algunos lo comparen con el juicio de Nuremberg a los nazis.
Pero el nuestro fue el único hecho por tribunales civiles. Videla y Massera fueron condenados a reclusión perpetua por señores de saco y de corbata que esgrimían solamente un arma: la constitución nacional.
Don Julio consideró inmoral el indulto otorgado por el ex presidente Carlos Menem y se retiró de la función pública, y bajó su perfil con sus ojos cargados de tristeza. El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos. Pero Julio César Strassera hace 25 años se transformó en un mito. Lejos del bronce, don Julio hoy es un monumento a la ley pero hecho de carne y hueso. De vida y libertad.