CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica.- Por un día la ciudad verde se tiñó de naranja. Holanda prácticamente invadió –amistosamente– Cape Town para ser testigo de la victoria de su equipo en las semifinales sobre Uruguay.

Para donde quiera que uno volteara el color naranja predominaba. En las calles, los cafés, los hoteles o los tours, la afición holandesa estaba en todas partes. Con el boleto a la final al alcance de la mano y el optimismo por enfrentar a un rival –en teoría– de menor nivel, los fans europeos estaban listos para comenzar la fiesta.

También hubo uruguayos, por supuesto, aunque en mucho menor número. Casi todos con su bandera a la espalda o pintada en la cara, el "¡Soy celeste, soy celeste, celeste soy yo!" se escuchaba constantemente en las calles de Ciudad del Cabo.

Pero ya en el estadio fue muy poco lo que la afición sudamericana pudo hacer para rivalizar con el apoyo que los holandeses daban a su equipo. Oranje Point sería un nombre más apropiado para el Green Point Stadium este día, pues Holanda fue completamente local en este juego.

Cabe destacar un gran detalle de la Naranja Mecánica con sus aficionados. Tras el silbatazo final, un grupo de quizá mil hinchas se quedó celebrando tras la portería que había defendido Maarten Stekelenburg en el segundo tiempo; a los 20 o 30 minutos, Wesley Sneijder y John Heitinga regresaron sorpresivamente al campo para ir a saludar a la gente que se mantenía firme en sus tribunas pese a la "invitación" de la policía de dejar el estadio cuanto antes.

Momentos después el resto del equipo se unió a la fiesta tras la portería. Los jugadores agradecieron el apoyo de su afición quedándose unos minutos en el improvisado festejo, hasta finalmente regresar a los vestidores. Entonces sí, la "invitación" a salir se convirtió en orden y a los hinchas no les quedó más remedio que llevar su alegría a la calle. Aunque, tomando en cuenta la cercanía de la playa y los bares, no es algo que les deba haber molestado mucho.

Por Luis Herrera