Es artesanal el volumen de juego del Barcelona, y por ello, esa aptitud de hilvanar es la que lo destaca y lo proyecta hacia objetivos todavía intangibles.

Enlaza, coordina ideas y su fútbol fluye atravesando estadísticas e invitando a elogiar su juego y sus conquistas en tiempo presente porque además, esta huella de los catalanes sucede en éste tiempo y nos permite a los coetáneos, analizarla con la frialdad que requiere éste trabajo pero también, con la admiración inevitable que despierta su apego a lo estético.

Sí, Barcelona es un aire refrescante y un nuevo parámetro para el fútbol mundial.

Pocas veces en este deporte un equipo se torna tan predominante y hegemónico con herramientas esenciales a sus fundamentos y sin desconocer la influencia de una camada de jugadores que asegura la integración y facilita el funcionamiento de cualquier esquema, sobresale el mensaje y prevalece su filosofía.

Se podrá decir que toda esa teoría no sería sustentable sin las cualidades sobresalientes y fuera de escala de Lionel Messi o de la inteligencia blindada de Iniesta o Xabi y razón le asistiría a quién lo esgrimiere como atenuante al elogio a la gestión de Guardiola; claro que los rendimientos individuales hacen al producto y traccionan en las grandes conquistas, sucede que esa constitución con la que rige sus patrones de juego, trasciende o al menos, lo intenta, a las propias gestiones personales que tantos ámbitos ocupan en el negocio de la pelota.

Barsa es un idioma… un lenguaje

En los últimos días cotejaron dos modelos como síntesis de las corrientes que habitan en el fútbol (las terceras posiciones ya no logran destacarse), el Barsa y el Madrid poseen en recursos humanos lo mas granados del planeta y la analogía es procedente y oportuna; es de allí para abajo en la escala mundial y el resultado fue tan enfático como aleccionador y superando las preferencias, acaso también, dejando un mensaje entre líneas sobre las posturas y las formas para comunicar las aspiraciones de ambos. Real juega como vive públicamente el fútbol su entrenador, Mourinho elige la descalificación, una ironía rancia y el trillado recurso de víctima por presuntos arbitrajes tendenciosos que dañó mucho más a su equipo que el efecto que provocó en el resto del sistema.

Ya nadie le cree a Mou en estos casos.

Barcelona es luz y si bien no es infalible, su obstinación por bien tratar al balón, recoger el guante de la iniciativa y cuidar su imagen dentro de un campo de juego como a un ritual religioso, lo autoriza también a los excesos, esos que sus detractores enarbolan como defectos.
Salud por esta reconciliación con los viejos buenos tiempos!!!

Néstor Clivati
Competencia