El Monumental, sinónimo de River y la selección argentina
Emblema de los partidos de la albiceleste y casa de uno de los dos equipos más populares del país, el estadio situado en el barrio porteño de Núñez prepara sus mejores galas para un solo partido, la final de la 43 edición de la Copa América que se disputará en julio.
Emblema de los partidos de la “albiceleste” y casa de uno de los dos equipos más populares del país, el estadio situado en el barrio porteño de Núñez prepara sus mejores galas para un solo partido, la final de la 43 edición de la Copa América que se disputará en julio.
Ningún argentino futbolero que se precie puede dejar de recordar aquellas épicas corridas del 'Matador' Mario Kempes en el Mundial de 1978, ni el llanto del delantero Martín Palermo y los saltos de alegría de su entrenador Maradona tras marcar, hace dos años ante Perú, el postrero gol que permitió a la selección albiceleste sumar los puntos necesarios para entrar entre los cuatro primeros, y que le dieron la posibilidad de clasificarse para Sudáfrica 2010.
Todas esas postales del fútbol argentino tienen como marco inconfundible al Estadio Monumental, que, aunque deberá esperar hasta el 24 de julio, será el escenario en el que las dos mejores selecciones del continente dirimirán la final de la Copa América.
Historias mínimas
En 1934, y al frente de un club que ya tenía 33 años de vida, el entonces presidente del River Plate, Antonio Vespucio Liberti, anunció la decisión de construir un nuevo estadio ya que el de entonces quedaba chico a una institución que comenzaba a perfilarse como una de las dos más populares del país, junto al Boca Juniors.
En octubre de ese año el club "millonario", como se bautizó al River Plate por sus costosos fichajes de jugadores, compró en la zona norte de Buenos Aires casi 85.000 metros cuadrados de terreno y seis meses más tarde se colocó la primera piedra de lo que sería con el tiempo el estadio más importante de Argentina y el octavo más grande de América.
Bajo la dirección de los arquitectos José Aslan y Héctor Azcurra, en 1936 comenzó en el barrio de Núñez la construcción de la cúpula y su inauguración, en mayo de 1938, se celebró con un amistoso entre el River Plate y el Peñarol uruguayo que ganó el equipo argentino por 3-1 ante unos 120.000 espectadores.
Dos décadas después, bajo la presidencia de Enrique Pardo, se hicieron las primeras reformas del estadio y, posteriormente, otras modificaciones con vistas al Mundial de fútbol de 1978 le dieron su aspecto actual, sobre todo gracias a que los dirigentes del equipo consiguieron un millonario préstamo de la dictadura que gobernaba el país en aquel entonces, para financiar las obras de remodelación que se habían iniciado en 1977.
En el estadio de River se han vivido momentos inolvidables, como el del año 1975 cuando, tras una racha de 18 años sin ganar títulos, el equipo, ya siendo campeón, se enfrentó en el último partido de la ronda a Rácing. Unos 100.000 hinchas acudieron al estadio arropando con su calor al equipo en un partido que, más que un encuentro, fue una fiesta.
Otros partidos memorables registrados en la cancha de River Plate fueron las dos finales de la Copa Libertadores que el equipo local ganó en los años 1986 y 1996.
Mundial'78 y dictadura, las dos caras de la moneda
Si hay un ejemplo que sirva para mostrar cómo la gloria y el horror pueden convivir a tan sólo unos pasos de distancia, es el Mundial'78, considerado un caso paradigmático de utilización política de un acontecimiento deportivo.
El Estadio Monumental albergó ocho partidos de aquella Copa del Mundo, entre ellos el inaugural entre Alemania y Polonia (0-0), los tres que disputó Argentina en la primera fase, y la final que enfrentó a la selección anfitriona con Holanda y que concluyó con victoria y primer título mundial de la “albiceleste”, dirigida entonces por César Luis Menotti.
La moneda, sin embargo, siempre tiene dos caras. "¡Ganamos!", cuentan que el represor Jorge "Tigre" Acosta gritó eufórico a los prisioneros de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), principal cárcel clandestina de la dictadura, punto de partida de los "vuelos de la muerte" y situada a sólo dos kilómetros del estadio donde Mario Kempes y Daniel Bertoni sentenciaban el 3-1 sobre Holanda en la final del torneo.
En su libro "La vergüenza de todos", el periodista y abogado Pablo Llonto asegura que aquel partido decisivo fue utilizado incluso como parte de la represión, al aludir a casos de detenidos que fueron llevados por sus torturadores a celebrar en las calles la conquista deportiva.
"Nos usaron para tapar las 30.000 desapariciones. Me siento engañado y asumo mi responsabilidad individual: yo era un boludo que no veía más allá de la pelota", resumió alguna vez el futbolista Ricardo Villa, integrante de la selección del '78.
Hasta Hebe de Bonafini, presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, intentó alguna vez explicar semejante locura: "¿Cómo no voy a entender a la gente que festejaba en el estadio y en las calles si en mi propia casa, mientras yo lloraba en la cocina por mi hijo desaparecido, mi esposo gritaba los goles frente al televisor?", se preguntó.
Entre el fútbol y el rock
Pese al rechazo de muchos de sus hinchas, que consideran un templo sagrado del fútbol al Antonio Vespucio Liberti, como en realidad se llama el Monumental, el estadio ha sido utilizado desde hace 25 años como escenario para conciertos de rock, igual que en otros lugares del mundo.
El primero en presentarse fue el inglés Sting en 1987 y más tarde se sumaron Tina Turner, Peter Gabriel, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Rod Stewart, Davie Bowie, Eric Clapton, Elton John, Paul McCartney, Madonna, Michael Jackson, Bon Jovi, The Rolling Stones, Shakira, The Police, Oasis y Cold Play, entre tantos otros.
En épocas de "vacas flacas", como la actual, los dirigentes del club no pueden darse el lujo de despreciar los ingresos por la renta del estadio, aunque para los hinchas el Monumental sólo sea sinónimo del River y la selección argentina.
Carlos Werd.