Una vez más Hebe Bonafini se equivocó brutalmente. Ayer dijo que no iba a hablar de puteríos cuando le preguntaron sobre el escandaloso alejamiento de Sergio Schoklender de la Fundación de la Madres de Plaza de Mayo que dirigía. Bonafini se equivoca porque tiene la obligación de hablar y de dar explicaciones como cualquier hijo de vecino. Todo el mundo sabe que vienen manejando fortunas de fondos públicos que son de todos los argentinos. Y que con el ridículo escudo de no darle pasto a la derecha resolvieron no rendir cuentas jamás, no mostrar balances ni papeles y moverse en el mundo empresarial con una absoluta falta de transparencia.

El 12 de marzo del 2003 yo hablé por última vez con Hebe Bonafini. Hace ocho años. Nunca mas me atendió porque ese día denuncié que Schoklender a quien consideraba un hijo había sido detenido conduciendo un auto con papeles falsos. Hebe no aceptaba ni acepta ninguna crítica. En esa misma época renunció a la Universidad de las Madres un intelectual impecable y luchador por los derechos humanos como Vicente Zito Lema. El pegó un portazo espantado por el rol que Schoklender estaba teniendo. Dijo textualmente: “Me resisto a que ningún infausto monje negro reviva en nuestra institución una suerte de lopezreguismo”. No fue alguien de la derecha pro militar el que encendió esta luz de alerta. Fue un escritor claramente de izquierda, perseguido y exiliado como Zito Lema.
 
Y no utilizó cualquier metáfora. Habló de lopezreguismo con todo lo que eso lleva implícito de delincuencia y de muerte. Sin embargo, muchos artistas populares y militantes del progresismo prefirieron mirar para otro lado o condenar a los mensajeros que dimos esta información, repito, hace 8 años.

Néstor Kirchner se proclamó hijo de las madres y las abasteció con millonarias sumas de dinero sin que nadie pudiera controlar como se usaba y que destino se les daba. La AFIP que es tan puntillosa en perseguir evasores debería informar cual es el estado del pago de impuestos de la Fundación conducida con mano de hierro por Schoklender. Cada tanto se fueron conociendo sus gastos insólitos y extravagantes más propios de un jeque árabe que de un dirigente de una ONG que ganaba alrededor de 5 mil pesos por mes. Vive en uno de los countries mas lujosos, compró una verdadera mansión, se movía en aviones privados carísimos como si fuera suyos y, como si esto fuera poco, se peleó con su propio hermano Pablo por la forma en que manejaba los fondos para la construcción de viviendas. Es bueno recordar que, si bien ya pagaron su deuda con la justicia, los hermanos estuvieron presos no por un robo de gallinas o por una contravención menor.

Fueron encarcelados por haber asesinado a sus propios padres y jamás dieron su versión sobre aquel parricidio que hace 30 años conmovió a la Argentina. A esta altura las declaraciones públicas de Sergio y de Hebe defendiendo al terrorismo de la ETA o a Bin Laden y el apoyo a Mahmud Amadinejad, el jefe de la republica islámica de Irán que niega el holocausto nazi son brulotes nefastos que iluminan mas todavía la poca transparencia de sus acciones comerciales. Schoklender y la fundación deben ser investigadas a fondo. La propia presidenta Cristina Fernández inauguró parte de las 4.800 viviendas que han construido con dineros del estado nacional. La ex ministra de economía Felisa Miceli es la administradora general y también debe rendir cuentas. Ella además se tuvo que ir del gobierno cuando le encontraron en su baño una bolsa llena de dinero que no supo, no quiso o no pudo explicar. Es muy grave todo esto que esta pasando. Soy conciente que debe ser muy difícil sobreponerse al dolor más terrible al que puede ser sometido un ser humano: la desaparición de sus hijos.

Soy conciente que muchos por mucho menos, enloquecerían. Pero la tragedia no puede ser un certificado de impunidad ni de inmunidad. El desgarro no da fueros. La impunidad es como la muerte. No hay ninguna buena. Además la historia nos enseñó a los argentinos que se puede ser implacable en el combate por la verdad y la justicia sin perder la honestidad y la ética. Todo lo contrario, los más grandes luchadores por los derechos humanos deberían ser los primeros interesados en que todo esto se aclare. Que se castigue a los que cometieron delitos y que se mantenga limpia la lucha de tantas madres y abuelas honestas y valientes. Para que ese pañuelo blanco siga inmaculado. Para que pese a todo nada ni nadie lo pueda manchar. Ni siquiera Hebe Bonafini.