El vice
Todavía no está decidido quien va a ser el vice de Cristina. Designar a su compañero de fórmula no es una tarea fácil ni menor. Falta mucho y las posibilidades son diversas. Pero yo me voy a jugar por Juan Manuel Abal Medina, el actual secretario de Medios. Obviamente no tengo información calificada.
Todavía no está decidido quien va a ser el vice de Cristina. Designar a su compañero de fórmula no es una tarea fácil ni menor. Falta mucho y las posibilidades son diversas. Pero yo me voy a jugar por Juan Manuel Abal Medina, el actual secretario de Medios. Obviamente no tengo información calificada.
Es algo que solo conoce la presidenta y a lo sumo Carlos Zannini. Por eso mi apuesta es producto de un análisis de las necesidades políticas del kirchnerismo y de la lógica que aplica la jefa de estado en la toma de decisiones. El ministro Florencio Randazzo dijo que no necesariamente tiene que ser un peronista. Muchos se comieron el amague y pensaron en Martín Sabatella que no se va a mover de la candidatura a gobernador. Abal Medina no es peronista.
O por lo menos no es afiliado al Partido Justicialista aunque tiene esa impronta desde la cuna. Fue uno de los fundadores del Frente Grande y un amigo político íntimo de Chacho Alvarez.
Es decir que no tiene estructura ni aparato que lo banque. Abal Medina es un cristinista de la primera hora. Traicionó a Alberto Fernández que fue el que lo llevó al gobierno y ese gesto permitió que Néstor Kirchner lo tuviera a su lado como uno de los principales asesores. Tiene el perfil que Cristina quiere y fomenta. Es joven, tiene 43 años y un equipaje intelectual sobresaliente. Licenciado en Ciencias Políticas en la UBA con medalla de oro, diploma de honor y 9,40 de promedio. Fue investigador visitante en la universidad de Georgetown y en FLACSO. Defiende el verticalismo: “La presidenta siempre va más allá de mis expectativas”, confesó. Por eso cree que un funcionario que disiente con la gestión debe irse a su casa. Esta convencido de que uno de los méritos de los Kirchner es que ejecutan. Suele decir: “el gobierno no debate ni discute”.
Es exactamente lo que Cristina necesita para completar el binomio. Ella pone la alta intención de voto. No han encontrado a ningún dirigente que le sume como le sumó en su momento Julio Cobos. Abal Medina es alguien de una lealtad indestructible que no va a conspirar nunca. Esa es otra ventaja.
Porque si Cristina gana el 23 de octubre como dicen muchas encuestas va a tener que enfrentar la lucha por la sucesión a los dos años de su próximo gobierno. Ella no tendrá reelección y ya no está Néstor para sucederla como era el plan original. Esa batalla por el poder le podría generar turbulencias si el vice fuera un gobernador peronista. Ni que hablar si el segundo fuera un gremialista del palo de Moyano. Además no hay nadie de ese sector que tenga buena imagen. Abal Medina es perfecto. Reúne todos los requisitos.
Le da el piné renovador. Quieren que sea como el Marcos Enriquez Ominami argentino. También tiene genes y estirpe revolucionaria pero no es fierrero ni militarista. “Abal Medina/ la sangre de tu hermano/ es fusil en Argentina”, le gritaban los Montoneros a su padre, Juan Manuel que se opuso a la lucha armada y era el secretario general del Movimiento Nacional Justicialista. Aquel que era fusil, Fernando, su tío, fue fundador de Montoneros, participó del secuestro del general Aramburu y fue asesinado por la policía. Juan Manuel padre estuvo refugiado 6 años en la embajada de México con Héctor Cámpora y luego en la tierra azteca edificó una fortuna de contactos empresarios y políticos.
Trabajó para el PRI mexicano y se especializó, dicen, en operaciones de inteligencia. Sigue siendo un fino estratega como operador político y dicen que es el principal lobista de Carlos Slim, el ser humano más poderoso de la tierra que tiene la friolera de 74 mil millones de dólares. Yo apuesto unas fichas por Juan Manuel Abal Medina hijo.
Ya ocupa un lugar central en el nuevo esquema de poder. Tiene una hermana que es hija de la ministra Nilda Garré. Es increíble que dos apellidos tan fuertes en los 70 como Abal Medina y Cámpora vuelvan a ser potentes referencias 40 años después. Solo hay que evitar que la historia se repita. Para que no sea comedia ni tragedia.