¿Cuál es el apuro? Nadie lo explica claramente. ¿Por qué motivo la presidenta de la Nación ordenó avanzar a tambor batiente y a paso redoblado sobre la cristinización de la justicia? ¿Qué argumento justifica acelerar tan a fondo el sometimiento a los jueces independientes? Lo quieren hacer ya mismo y sin ningún debate pese a que Cristina dijo todo lo contrario en la presentación de los proyectos.
Toda la oposición ya expresó con mucha contundencia la impronta totalitaria, monárquica y absolutista de esta decisión. Incluso algunos, utilizaron terminología de destrucción masiva y llamaron fascismo a lo que se viene con una persona controlando los tres poderes. El avance sobre el estado de derecho es notable. El recorte de las garantías constitucionales es inquietante y peligroso. Es la realización material de aquel proyecto teórico del “Vamos por todo”.

Pero hay algo que todavía no se analizó suficiente. Es la posibilidad muy concreta de que Cristina Fernández de Kirchner encabece una boleta única en todo el país con los candidatos a consejeros populares de la magistratura. La intención es muy astuta. Cristina es la que mas taquillera, la que mayor intención de voto tiene en su espacio. Los cambios para la elección de integrantes del Consejo de la Magistratura le van a permitir presentarse y arrastrar votos en todos los distritos para las elecciones internas que se van a realizar el 11 de agosto. Sería una candidatura testimonial, por supuesto.

Cristina no va a renunciar a la presidencia de la Nación para ser consejera. Pero si ella consiguiera un triunfo rotundo con más del 50% de los votos construiría un hecho político notable que le daría gran impulso a la lucha por la re-reelección. Sería presentado como un plebiscito de su figura y su gestión. Podrían decir que más de la mitad del pueblo o una gran mayoría quiere que Cristina siga, que sea eterna. Es una iniciativa política brillante y perversa. Y como si esto fuera poco, en dos minutos abortaron una jugada simétrica de la oposición. Muchos estudiaron a fondo el proyecto y pensaron que la oposición, también podría presentar una sola lista para esos cargos. Confiaban en que una figura independiente de prestigio podría derrotar a Cristina en las urnas y dar vuelta la taba.
 
Pero ayer, entre gallos y media noche, el cristinismo modificó el proyecto que Anibal Fernández había dicho que era inmodificable y que se iba a aprobar a libro cerrado. El libro tuvo que abrirse de urgencia para agregarle dos párrafos y prohibirle a la oposición esa movida unitaria. El texto es muy sencillo pero no estaba en el proyecto original enviado por el Poder Ejecutivo. Exige que los candidatos al consejo integren la lista de un partido político. Por lo tanto clausuran la posibilidad de un frente o una coalición entre varios partidos que lleven la misma lista.

Este es el principal motivo de tanto apuro. Por eso se hace todo en forma tan vertiginosa y desprolija. Porque quieren que todo tenga vigencia para estas elecciones de medio tiempo. Y los tiempos apremian.

Con esta reforma judicial que va a salir como por un tubo de este Congreso transformado en la escribanía de Cristina, el gobierno actual va a poder designar y premiar a todos los jueces que quiera y castigar y destituir a todos los magistrados que se atrevan a investigarlos. Esta es la otra pata principal de este avance autoritario sobre las libertades fundamentales. Cristina candidata y jueces sometidos. ¿Qué más pueden pedir? Que se cierren todas las causas que involucran a funcionarios K.

Que Ricardo Jaime y Amado Boudou, entre los más importantes tengan garantizada su impunidad. Tranquilidad para las mafias corruptas del estado. Cerrar toda posibilidad de que un juez se atreva a llevar al banquillo de los acusados a algún kirchnerista. Quieren dejar de tener esas pesadillas en donde aparecen presos. Y de paso, incentivar a los jueces para que abran otras causas y persigan a dirigentes opositores y periodistas independientes. Y como si esto fuera poco, gobernar sin cautelares para atropellar con prepotencia a los medios de comunicación que pongan algún tipo de límite al poder sin límites. Estamos en el horno, dirían los pibes. La democracia entró en zona de riesgo. Oscurece, que no es poco.