La UNESCO hizo justicia y le entregó el premio “Fomento de la Paz” a Estela Carlotto como abanderada de las Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas son, largamente, la mejor respuesta que encontramos los argentinos frente al terrorismo de estado. Son exactamente la contracara del genocidio. Porque tuvieron el coraje de enfrentar a la dictadura mas feroz armadas solamente con un pañuelo blanco. No hicieron otra cosa que exigir verdad, juicio, castigo, condena y recuperación de la identidad de los nietos apropiados y convertidos en botín de guerra. Ellas son un ejemplo de no violencia, de no venganza, de no odio.
 
Una apuesta a la vida que convirtió a simples amas de casa en luchadoras gigantes que fueron implacables y enérgicas para recuperar 105 nietos pero que no perdieron la ternura jamás para seguir buscando a los 400 que todavía siguen desaparecidos porque les robaron su identidad. Emociona ver que a esas abuelas de la plaza el mundo las abraza y las coloca en el mismo espacio ético que Nelson Mandela. Comparten el mismo amor, la misma lucha. Tengo por Estela Carlotto y las abuelas el mayor de los respetos y el más profundo de los afectos. Hace muchos años que me distinguieron porque consideraron de utilidad mi trabajo profesional. Guardo aquella medalla que me entregó Estela como el reconocimiento más importante de mi vida.

Hace poco tuvimos un pequeño cortocircuito al aire, durante un reportaje en estos micrófonos. Se molestó porque mis preguntas apuntaban a marcar respetuosamente que me parece un error que en los últimos tiempos se hayan puesto una camiseta partidaria. Siento admiración por la dimensión del aporte que las Abuelas le hicieron a esta democracia. Siento agradecimiento porque pusieron el pecho a las balas cuando millones de argentinos miraban para otro lado, como el propio matrimonio Kirchner. Pero creo que ni las relaciones humanas ni las periodísticas deben basarse en el silencio ni en la obsecuencia. Creo que las cosas hay que decirlas con prudencia y de frente. Si creo que alguien que quiero está por cometer un error, debo decírselo para tratar de evitar que lo cometa. Aunque a lo mejor, el tiempo demuestre que el equivocado era yo.

Pero siento la responsabilidad de no callar nada. Con el secreto objetivo de que la relación se fortalezca en la verdad y sea absolutamente sana. Sin que nadie se guarde nada. Creo que partidizar la lucha de las Abuelas deja afuera a demasiados argentinos. Que las abuelas tienen todo el derecho de amar a Néstor y Cristina porque es cierto que desde que asumieron el poder pusieron a los derechos humanos en un primer plano. Pero también creo que los derechos humanos no son de un partido o de un dirigente. Que son el mejor activo de la sociedad. ¿O no hay defensores de los derechos humanos entre la mitad de los argentinos que no votaron a Cristina? ¿ O no hay porteños que luchan por seguir restituyendo la identidad a los nietos apropiados entre el 70 % de los que no votaron a la presidenta? Esa es mi humilde crítica. Creo que Estela tiene que tener una sola camiseta: la de Argentina. La que usamos todos y no una agrupación por mas masiva que sea. Mientras mas argentinos se sientan representados por esa estela, mas cierta será la frase del Nunca Mas a ningún tipo de autoritarismo.
 
Por supuesto que nada de esto empaña el luminoso camino de las Abuelas. Es apenas un detalle frente a la inmensidad de una catedral.un detalle que, creo, que no hay que callar. La franqueza nunca es mala. La hipocresía si. Dicen que el reconocimiento de ayer en Paris es la antesala al Premio Nóbel de la Paz. Ojalá ese sea el próximo logro. No por la vanidad de los homenaje. Para que el mundo sepa que hay un país en el sur de América que, con un grupo de abuelas a la vanguardia, sigue buscando a 400 nietos que siguen desaparecidos.
 
Para que esa tarea sea un poco menos compleja. Para que Estela Carlotto sea mas feliz. Para que un día pueda encontrarse con su nieto Guido y decirle que lo quiere. Para recordarle que es hijo de su hija Laura y que nació en cautiverio. Y para decirle que lo buscó durante 34 años por cielo y tierra solo para darle un abrazo de abuela. De Abuela y Estela de la paz.