Flotando en el adiós
El senador Daniel Filmus fue la principal víctima de una metodología autoritaria y soberbia de hacer política. Fue el que tuvo que poner la cara para recibir la paliza electoral.
El senador Daniel Filmus fue la principal víctima de una metodología autoritaria y soberbia de hacer política. Fue el que tuvo que poner la cara para recibir la paliza electoral.
Es que se equivocan los que creen que el ciudadano decide su voto a último momento o por una campaña más o menos creativa. El que vive en la ciudad juzga cotidianamente. Observa quien hace bien las cosas o intenta por lo menos hacerlas bien y quien está todo el tiempo tirando piedras y no deja construir nada positivo. Eso es lo que casi el 65% de los porteños castigó. Cuatro años donde lo único que se vió fueron palos y palos contra Macri que es parecido a pegarle a todos los habitantes de la ciudad. Las tomas de escuelas, los piquetes, los paros eran justos si eran contra Macri.
Llegó un momento en que no importaba el reclamo o la reinvindicación de los que protestaban sino contra quien protestaban. Movilizar contra Macri era revolucionario y digno de ser apoyado. Marchar contra Cristina o contra Scioli era hacerle el juego a la derecha. Esa forma partidista de entender la actividad gremial termina por vaciar de representatividad a los dirigentes. Un ejemplo solamente: el docente Francisco Tito Nena se cansó de generarle problemas a Macri y, también, a los padres y a los alumnos. En el 2009 sacó el 11% de los votos y ahora Macri sacó el 65%. ¿No habrá algo que revisar? ¿No estarán abusando de la metodología de la protesta por la protesta misma? Y asi en varios planos.
El prejuicio ideológico puso una venda en los ojos de los militantes kirchneristas que en lugar de proponer mejores ideas a cada problema se dedicaron a atacar a todos los que no pensaban como ellos. Ese hostigamiento de estado apoyado en toda la maquinaria gubernamental y los periodistas oficiales y para oficiales, generó hartazgo social. Hoy se valora al dirigente inteligente, sensato, que tiene convicciones pero que no es un autoritario que todo el día está agraviando al otro.
Cristina Fernández fogoneó a esa militancia dogmática y agresiva. Creyó que eso era pasión y recuperación de las utopías políticas. Pero era pura patota consignista que ante la primera dificultad se desmoronó como un castillo de naipes. El océano de la militancia juvenil se quedó tuiteando y lanzando insultos desde la blogósfera mientras los rubios y frívolos macristas le pusieron el cuerpo a la actividad política y salieron a tocar timbres, casa por casa a explicar sus propuestas y tratar de convencer sin vencer a nadie. Por eso los intelectuales que se expresaron por Fito Páez cayeron en la peor de las arrastradas. Burlarse y humillar a los ciudadanos que votan por lo que creen es un nivel de soberbia y de discriminación nunca visto.
Cristina respaldó esa atropellada sin sustento. Creyó que eso era la Jotapé resucitada. Y se encontró con un grupo de muchachos a los que les falta tomar mucha sopa para ser revolucionarios. A los que le sobra dinero en el bolsillo y les falta la calle que da el barrio, patear el territorio y que no se encuentra en facebook.
Tal vez la presidenta, después de varias derrotas seguidas, haya tomado conciencia de cual es el reclamo mayoritario. Bajar un cambio, fomentar el diálogo y no el odio, la colaboración entre argentinos y no la guerra. Y por supuesto, construir un país con mas justicia social, con respeto por los derechos humanos y con la máxima libertad para pensar, decir y hacer. Si Macri es un tonto votado por mas de un millón 80 mil tontos, eso habla de quienes fueron derrotados por esa tontería.
Daniel Filmus no fue el candidato de esa política de dientes apretados que iba por todo y contra todos. Quiso ser una versión responsable y amable, el rostro humano del kirchnerismo. Buscó consensos y logró una ley de glaciares por unanimidad. Le pidieron que cometiera la locura de una candidatura testimonial y se negó. Quiso armar la campaña como el la sentía y con su lista de gente y se la voltearon de un cachetazo y le armaron todo desde la Casa Rosada., Redujeron su autonomía a cero. Y ese era precisamente el valor agregado de su candidatura. No fue el kirchnerista blindado que avanza caiga quien caiga como le gusta a Cristina pero tampoco fue el intelectual pluralista y respetado que es. No fue ni chicha ni limonada. No le gustó a los kirchneristas de hierro. Y la mayoría de los ciudadanos lo dejó recostado en la vidriera de San Juan y Boedo antiguo, con su nombre flotando en el adiós.