Los rápidos reflejos del matrimonio Kirchner fueron en el mejor de los sentidos y mostraron como pocas veces la utilidad de las instituciones supranacionales como la Unasur cuando se las llena de contenido político y se les extirpa las formalidades protocolares.

La gravedad de lo que ocurrió y de lo que no ocurrió en Ecuador tal vez sirva como espejo para hacer del diálogo flexible entre distintas ideologías, del no aislamiento y del respeto a rajatabla de las leyes una plataforma de lanzamiento de un nuevo clima en el frente interno de la Argentina. Cristina y Néstor pudieron interactuar en forma exitosa con Sebastián Piñera, Alan García o Juan Manuel Santos por nombrar a los tres presidentes que mÁs lejos están de su catecismo doctrinario. ¿Por qué no pueden mantener esa amplitud de criterio y esa disposición al consenso con Ernesto Sanz, Hermes Binner o Mauricio Macri? ¿Cuál es el motivo que los lleva a construir una fuerte y positiva amalgama contra el autoritarismo hacia fuera y una feroz batalla que todo lo que toca lo divide hacia adentro?

Fue estremecedor ver la fragilidad del presidente Rafael Correa, flameando en medio de un tumulto golpista y a merced de un tiro asesino en su cabeza. El pasado repugnante en su peor formato dictatorial estuvo a centímetros de matar a un presidente reelecto democráticamente y de quebrar la lógica institucional que afortunadamente reina en todo el continente.

Fue esperanzador ver actuar con urgencia y eficacia a los jefes de estado de la región para sofocar la rebelión y no permitir que el cáncer de Honduras hiciera metástasis en el resto del mapa compartido.

Por eso me pregunto: ¿Qué capítulo de la teoría para-populista de Ernesto Laclau dice que se puede construir ciudadanía aniquilando la Central de Trabajadores Argentinos, humillando públicamente a la Corte Suprema, asfixiando y discriminando hasta lo incomprensible a Santa Fe o provocando a todo el abanico democrático chileno al negar la extradición del asesino de un senador en democracia? ¿ O Sergio Galvarino Apablaza no está acusado de hacer justicia por mano propia como intentaron hacerlo los policías y militares que se levantaron en armas en las alturas de Quito? ¿Qué necesidad hay de levantar una trinchera de conflicto y desafiar a Chile al poner en duda la transparencia y garantía de sus instituciones? Hasta un socialista moderno, hijo de un líder guerrillero y amigo de los Kirchner como Marco Enriquez Ominami se manifestó en contra de otorgarle la condición de refugiado a Apablaza. Hay que celebrar que las democracias pudieron darle un golpe al golpe. Y sacar las mejores enseñanzas de que se puede convivir con todos. Menos con los golpistas.

Correa, Apablaza, Santos