Hasta Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo, se puso una camiseta reclamando juicio y castigo para los asesinos de Mariano Ferreyra. Es que hoy se cumple un año desde que fue asesinado por la patota de la Unión Ferroviaria. El militante del Partido Obrero fue emboscado junto a sus compañeros con la complicidad de la Policía Federal que depende del gobierno nacional. Por eso, en otra causa, están procesados 6 policías. Son varios los testimonios que confirman que el cordón de las fuerzas de seguridad se abrió para dejar pasar a los criminales y que luego les permitió escapar.

Zona liberada se le dice en la jerga. Hubo otras tres personas heridas de bala y una de ellas, Elsa Rodríguez recibió un disparo en la cabeza que la dejó hemipléjica. La contundencia de los hechos fundamenta las acusaciones del fiscal. El capo de la Unión Ferroviaria, José Pedraza y su mano derecha, Juan Carlos “Gallego” Fernández están acusados de homicidio agravado e intento de homicidio. Eso significa que podrían ser condenados a prisión perpetua en el juicio que comenzará el próximo 20 de febrero. Se va a intentar probar que ellos fueron los instigadores del crimen pero hay 8 acusados mas entre los que están los asesinos materiales.

José Pedraza, es el eterno jerarca sindical millonario y titular del gremio. Un año antes había compartido un acto en la sede de su gremio con la presidenta Cristina Fernández quien además de elogiar su actividad, se puso un gorrito verde de la agrupación ferroviaria. En estas horas incluso, se puede escuchar el spot publicitario de la Unión Ferroviaria llamando a votar por el oficialismo que termina diciendo: “Fuerza Cristina”. No creo que la ayude para nada a la presidenta. Todo lo contrario, esa propaganda suena a intento extorsivo oportunista, a intentar zafar de la justicia escondiéndose debajo de las polleras de la presidenta.

Fue Pedraza el que le avisó al gobierno que se iba a hacer la protesta de los tercerizados. Su mano ultraderecha, Pablo Díaz, un salvaje que 15 días antes del crimen declaró públicamente que si la policía y la justicia no frenaban las protestas de los obreros tercerizados lo iban a hacer ellos. Prometió justicia por mano propia y al parecer cumplió porque de inmediato, con el cadáver de Mariano todavía caliente, Díaz dijo desafiante y provocador: “Ellos querían cortar las vías y a nosotros nadie nos corta las vías”.

También sería bueno saber que hizo el ministerio de Trabajo que, según cuentan las víctimas, bicicleteó este tema durante más de 7 meses. ¿Será porque algunas de las empresas tercerizadas que se utilizan para precarizar trabajadores y para robar los subsidios son propiedad del mismo gremio de Pedraza? Dicen que una de esas empresas es presidida por Máximo Pedraza, es decir, el hijo del capo. José Pedraza es casi un icono del gremialismo corrupto que viste trajes italianos, cadenas de oro y se maneja en autos de alta gama con vidrios polarizados y matones a sueldo.

Milita entre los gordos de la CGT y fue el cómplice perfecto del menemismo para llevar adelante ese asesinato masivo de vías y cierre de ramales que fue bautizado como “ferricidio”. Hoy que entre varios hechos de violencia, registramos el ataque de Guillermo Moreno y su patota a un dirigente del PRO de Vicente López, o el estado grave en que se encuentra un militante del peronismo de Jesús Cariglino de Malvinas Argentinas que fue agredido a fierrazos por pegar carteles hay que encender nuevamente las luces de alerta para iluminar ese emblema en el que hoy se convirtió Mariano Ferreyra. Un salvaje crimen político a sangre fría es un límite que la democracia no debe cruzar jamás.

La única forma de reparar en algo semejante atrocidad que se lleva la vida de un muchacho de 23 años dedicado a pelear por un mundo más justo es garantizar el juicio, castigo y condena correspondiente. Hay autores materiales y autores intelectuales, instigadores. Pero también hay responsabilidades políticas. La sucesión de hechos violentos que no fueron condenados por las máximas autoridades y el rosario de declaraciones cargadas de pólvora y autoritarismo fue creando un caldo de cultivo para que cualquier violento se sienta apañado. Esto hay que decirlo. Para evitarlo. Para que Nunca más alguien utilice su poder político o mediático para estigmatizar a alguien que piensa distinto. Porque muchas veces se puede estar incitando a la tragedia aun sin saberlo.

Cuando lo más sensato de la sociedad reclama diálogo, consensos y coexistencia pacífica no está pidiendo una frivolidad. Por las terribles experiencias que tuvo este país sabe que si la política no es diálogo, es violencia. Los que utilizan el crimen para saldar imponer sus ideas deben ser extirpados de la sociedad democrática y condenados a la cárcel.
 
Indignada la militancia del PO, en la calle, hoy volverá a cantar acusaciones muy graves que hizo durante todo este año: “Cristina no chamuyes mas/ Te la das de progresista/ Y tu burocracia sale a asesinar”. Hoy Mariano se convirtió en un símbolo de toda la sociedad. De sus compañeros que quieren justicia para los trabajadores. Y del resto de la comunidad democrática que quiere paz para debatir y libertad para expresarse. Mariano Ferrerya es un muerto, un compromiso y una bandera de lucha.