La enfermedad de estar ocupado
La semana pasada tuvimos una afirmación que ha movido montañas: Estoy Bien.
La semana pasada tuvimos una afirmación que ha movido montañas: “Estoy Bien”.
¡Como nos cuesta decir estoy BIEN! Parece que en cualquier comento se nos va a caer un ladrillo encima.
¿Cómo estas? Y la gente responde: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo.”
Se le notaba cansado, incluso exhausto.
Y no sólo nos pasa a los adultos. Los niños tienen una larga lista de obligaciones y tareas diarias que casi ni tienen tiempo para jugar. Gimnasia, piano, inglés, Ballet y clases de canto.
Los hábitos destructivos empiezan pronto, muy pronto.
¿Cómo hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por qué se lo hacemos a nuestros hijos?¿Qué pasó con el mundo en el que los niños se ensuciaban con barro, lo ponían todo perdido y a veces se aburrían? ¿Tenemos que quererlos tanto como para sobrecargarlos de tareas y hacerles sentir tan estresados como nosotros?
¿Qué pasó con el mundo en el que podíamos sentarnos con la gente que más queremos y tener largas conversaciones sobre nosotros mismos, sin prisa por terminar?
Sócrates dijo: “Una vida sin examen, no merece ser vivida.”
Estar “ocupado” es intrínsecamente UNA ENFERMEDAD destructiva para nuestra. ¿No se suponía que las innovaciones tecnológicas eran para hacer nuestras vidas más fáciles?
Estamos literalmente enterrado bajo cientos y cientos de correos, y no sabemos cómo salir de este círculo de envia, respondo.
Casi ya no nos comunicamos cara a cara. Respondemos y siguen llegando, en cantidades ingentes.
En muchas culturas musulmanas, cuando quieres preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tuhaal?
¿Qué es ese haal por el que preguntas? Es una palabra para preguntar por el estado transitorio del corazón de uno. En realidad preguntamos “¿Cómo está tu corazón en este momento exacto, en este mismo suspiro? Cuando nosotros preguntamos “¿Qué tal estás?”, esto es exactamente lo que queremos saber de la otra persona.
No pregunto cuantas cosas tienes por hacer, no pregunto cuántos correos tienes pendientes de leer. Quiero saber cómo estás en este preciso momento. Cuéntame. Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está triste y que necesita contacto humano. Examina tu propio corazón, explora tu alma y después cuéntame algo sobre ambos.
Pon tu mano en mi hombro, mírame a los ojos y conecta conmigo por un segundo. Cuéntame algo sobre tu corazón y despierta al mío. Ayúdame a recordar que yo también soy un ser humano pleno que necesita contacto con otros humanos.
Necesitamos una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos: una vida con significado, sentido de humanidad y una existencia justa. No es sólo tener cosas. Queremos ser completamente humanos.
WILLIAM BUTLER YEATS escribió una vez:
“Se necesita más coraje para escudriñar los rincones oscuros de tu propia alma que para luchar en un campo de batalla.”
¿Cómo se supone que vamos a examinar los rincones oscuros de nuestra alma si no tenemos tiempo? ¿Cómo podremos vivir una vida sujeta a examen?
¿Cómo está tu corazón hoy?
YO ESTOY BIEN.