Mañana vamos a analizar porque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene muchas posibilidades de lograr la reelección. Ningún encuestador le da menos de 35 o 40% de los votos para este domingo. Y hasta ahora no hay nadie que coloque a ningún candidato opositor por arriba de los 30 puntos. Así de concreto y contundente. Pero atendiendo a las pifiadas de muchas consultoras en las últimas elecciones podemos citar al mago Tu Sam y decir que “todo puede fallar”. Y hacer un análisis de cual sería el mejor escenario para la oposición. Primer dato: hay un voto camuflado en contra de Cristina.

En todas las elecciones hubo alrededor de un 5% que personas que escondieron su decisión. Que ocultaron que tenían pensado votar algún opositor. No esta claro si es por temor o por confusión de último momento, pero eso puede repetirse este domingo aunque no sabemos con que dimensiones. De todas maneras no alcanza para poner en riesgo el escenario de triunfo en primera vuelta de Cristina que es el más probable hasta ahora. ¿Qué debería pasar para que eso cambie? Muchas cosas y todas juntas. Que los últimos escándalos que salpicaron al kirchnerismo hayan impactado en su intención de voto.
 
Por ejemplo, que el delincuente y perverso de Schoklender sea visto como alguien que fue alimentado por el gobierno nacional con 762 millones de pesos casi sin control y con bastante de complicidad. O que las últimas elecciones de la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba hayan demostrado que Cristina no es invencible y que se puede seguir con un país en crecimiento ordenado sin su continuidad. O que alguno de los candidatos opositores, por obra y gracia, del ciudadano común se vaya perfilando como el mejor instrumento de castigo al gobierno.
 
Alguien que se transforme en un imán que atraiga una porción importante de ese más del 50% de los argentinos que no quieren que Cristina siga gobernando. ¿Se entiende? Esa herramienta de rechazo al gobierno fue Macri en la ciudad, Miguel del Sel en Santa Fe y se dividió en tres en Córdoba. Alguien que cumpla el rol que en el 2009 le tocó a Francisco De Narváez.

Ni el se imaginó que podía ganarle a una lista encabezada por Néstor Kirchner en la que lo acompañaban Daniel Scioli y Sergio Massa entre otros. Y ganó. Había un clima de bronca que se expresó a través de un candidato. Hoy, por ahora, ese candidato no aparece. Puede aparecer. Pero por ahora hay distintos aspirantes a ese lugar. Hay coincidencia en que los mejor posicionados son Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde. Eso también hay que verificarlo en el conteo este domingo a la noche. Nadie sabe hasta donde van a crecer las candidaturas en ascenso de Hermes Binner, Alberto Rodríguez Saa y Elisa Carrió.

No se puede subestimar a nadie. Pero tampoco exagerar. Tanto Alcira Argumedo como Jorge Altamira van a competir contra si mismos. Su gran desafío es superar el 1,5% de los votos emitidos para poder seguir en carrera. Si no sacan alrededor de 400 mil votos en todo el país no podrán competir el 23 de octubre. La inteligente campaña “un milagro para Altamira” lo dice todo. Cada uno de los candidatos tiene fortalezas y debilidades en su relación con los ciudadanos. Alfonsín es un orador de barricada carismático y tiene la potencia de un apellido sagrado para la democracia.

Pero no aparece consolidado como el gran timonel que el país necesita. Duhalde si tiene experiencia como piloto de tormentas pero su imagen negativa es muy alta y no pudo armar fuertes estructuras peronistas que eligieron trabajar con Cristina o que se inclinaron por Rodríguez Saa o De Narváez en la provincia. Esas son magnitudes muy difíciles de medir. El Acuerdo Cívico y Social que funcionó hasta hace poco, ahora está fragmentado en tres partes. Alfonsín por su lado, Hermes Binner como partero de un nuevo espacio llamado Frente Amplio Progresista que parece tener buena madera pero mas futuro que presente y la eterna Elisa Carrió con grandes virtudes como del coraje y la honradez a prueba de todo o su capacidad intelectual y sus grandes problemas como las dificultades para construir una estructura estable y el exceso de personalismo que le hace perder cuadros valiosos.
 
La suerte esta echada. Este domingo la única buena noticia posible para la oposición es que uno de ellos aparezca con claridad, despegado del resto y que eso le sirva para dar una batalla más pareja con una presidenta que está muy cerca de ser ratificada. Hay que esperar hasta el domingo para tener todas estas respuestas. Es democracia en estado puro. La soberanía popular es lo que manda. Como debe ser.