Ante la muerte de cuatro personas corresponde llamar a las cosas por su nombre y dejar los eufemismos de lado. Basta de hablar del accidente del tren en San Miguel.

Esa palabra, accidente, transmite algo de casualidad, de inevitable, esa fatalidad que no se puede parar. Es como decir que si hubo un accidente no hay ningun responsable y todo el mundo se lava las manos y le echa la culpa a la mala suerte, al destino a Dios. Y eso es mentira. Lo mas conveniente parecer ser hablar de siniestro. Eso es lo que pasó en San Miguel: un tren se llevo por delante a otro y produjo una tragedia de 4 muertos y algunos heridos dramáticamente porque se le tuvieron que amputar las piernas. Eso se llama siniestro en todas las acepciones que tiene la palabra. Siniestro como sinónimo de destrucción o pérdida grave o siniestro para connotar perverso, avieso, malintencionado, tenebroso y oscuro.

Ese siniestro de ayer se torna tenebroso y oscuro cuando se sabe que hay 4 familias argentinas que perdieron a sus seres queridos y que otras están destruidas porque las lesiones y mutilaciones no le van a permitir vivir como vivían hasta ayer.

Este siniestro es un tema de estado cuando se le presta atención a lo que dice Horacio Caminos, el vocero del gremio de los maquinistas. Escuche porque vale la pena.

Dijo Caminos que “ denunciamos públicamente que hay una gran falta de mantenimiento en los trenes. Si nosotros aplicáramos el reglamento no funcionaría ningún tren en la provincia de Buenos Aires.”. ¿Escuchó bien? Falta de mantenimiento. Ningun tren está en condiciones de funcionar como corresponde. ¿Se le puede llamar accidente a esto? O es producto de la negligencia, la irresponsabilidad y la falta de inversiones de las empresas y de controles de los gobiernos?

Solo hay accidente cuando algo imprevisible viene de la naturaleza. Un terremoto, un ciclón, una inundación. Nada de eso ocurrió en el ferrocarril San Martín.

En general en estos casos hay pocas casualidades y muchas causalidades. Hay que escuchar a los que saben y no tienen intereses economicos en todo esto. Juan Carlos Cena denunció lo vetusto y obsoleto del material. Cena es el autor del libro tituló con un neologismo extraordinario: Ferrocidio. Es un critico feroz del proceso de privatización y liquidación de los trenes en la década del 90, bajo las banderas neoliberales de Carlos Menem. ¿Se acuerda, ramal que para ramal que cierra? Fue la destrucción sistemática de los ramales y de muchos pueblos que vivían al lado de la estaciones ferroviarias. Aquel golpe de estado contra los trenes hizo desaparecer 19 mil kilómetros de vías y 100 mil trabajadores pasaron a ser desocupados en un salto al pasado que no había ocurrido jamás en la historia.

Los sucesivos gobiernos que vinieron detrás de Menem frenaron la entrega pero no hicieron nada o casi nada para recuperar en toda su dimensión y en las condiciones que corresponde un transporte tan eficiente y popular como es el tren para los sectores mas humildes. El atraso tecnológico que tiene el San Martín no es una casualidad ni un accidente.

Todo indica que el tren salió de la estación en malas condiciones. Que dos de los cuatro frenos que tiene estaban anulados. Este ferrocarril fue reestatizado en el 2005 bajo el gobierno de Néstor Kirchner que le dio el manejo del transporte al tristemente célebre Ricardo Jaime. ¿Qué hizo Jaime ademas de multiplicar su patrimonio? Firmó convenios con Rusia, China y alguno mas y no paso nada. ¿ Que hizo la presidenta Cristina Fernández? A principios del 2009 prometió electrificarlo en seis años e invertir 650 millones de dolares para eso? Esa promesa como tantas otras se la llevo el viento y fue incumplida. Ni las ofertas para la licitacion se recibieron. Es decir que fueron solo anuncios para la tribuna y la gilada. Dos años pasaron y nada. ¿A eso se le puede llamar accidente? O es que la muerte anda sobre rieles buscando siniestros.