La nueva telenovela de Brasil
La habilitación de Lula para presentarse como candidato en las presidenciales de 2022 resultó ser el primer capítulo de la nueva telenovela de Brasil. Por Jorge Elías
Desde la década del cincuenta, la telenovela mantiene en vilo a Brasil. La intercalan con el noticiero. El noticiero, esta vez, estrenó una nueva saga. La de la campaña de 2022, tras la cual Jair Bolsonaro pretende ser reelegido, en lidia con un actor que parecía fuera de reparto: Luiz Inácio Lula da Silva. Lula, dos veces presidente, no zafó de su embrollo por corrupción y blanqueo de dinero, pero Edson Fachin, juez del Tribunal Supremo, anuló cuatro causas en su contra por la falta de competencia de la justicia federal de Curitiba, a cargo de Sérgio Moro, luego ministro de Justicia de Bolsonaro, primero estrella, luego estrellado, y restableció sus derechos políticos.
La nueva telenovela supone la revisión de los procesos contra Lula en Brasilia por recibir prebendas a cambio de favores políticos. Otro desfile frente a los tribunales después de haber salido de la cárcel en noviembre de 2019 por un fallo del Tribunal Supremo. La decisión a favor de Lula de uno de los 11 jueces de ese órgano implica la judicialización de la política o la politización de la Justicia. Un mes y monedas antes, en febrero, la Fiscalía General de la República había disuelto la unidad que investigaba el Lava Jato. Eran nueve fiscales que llegaron a ser 14 que iban detrás de los sobornos que pagaba Petrobras en Brasil y en el exterior.
La pesquisa de la mayor trama de corrupción de la historia llevó a la cárcel a Lula, políticos y empresarios de Brasil, México, Colombia y otros países, al igual que a expresidentes de Perú, Panamá y El Salvador, y precipitó el suicidio del expresidente peruano Alan García. Surgió del descubrimiento en marzo de 2014 de una red de lavado de dinero en un lavadero de coches de Brasilia. Nada extraordinario, en principio, hasta que cayó Marcelo Odebrecht, dueño y señor de la constructora que llevaba su apellido, y Lula, 19 meses preso en Curitiba por instancia del juez Moro.
¿Terminó de ese modo otra telenovela, la de los intocables, fueran políticos o empresarios, con fiscales que emulaban a Eliot Ness y los suyos? Lograron casi 300 detenciones y 278 condenas, y recuperaron algo así como 800 millones de dólares para el erario brasileño. Odebrecht pagó una multa de 3.500 millones de dólares en Estados Unidos. Bolsonaro creyó que un tanque de ese calibre en la lucha contra la corrupción podía perjudicar a sus partidos aliados, capaces de vender sus votos en el Congreso al mejor postor. Otra telenovela. La trama inversa de una amenaza para Bolsonaro. La del impeachment, tumba política de Dilma Rousseff, alfil de Lula.
La sospecha del sesgo político de Moro, al impedir la candidatura del favorito en las presidenciales de 2018 y favorecer a Bolsonaro, quedó al descubierto con la revelación de los mensajes de texto que intercambiaba con el fiscal Deltan Dallagnol. Los comentarios políticos están reñidos con la Constitución y el Código Penal. A un año y siete meses de las elecciones, tres años después de la condena en segunda instancia contra Lula por la cual quedó inhabilitado como candidato, ¿el juez Fachin absolvió al expresidente o a Moro, desencantado con Bolsonaro y potencial candidato a presidente?
Las fichas regresan a la casilla número uno. Bolsonaro, bendecido por un tercio del electorado a pesar de su aciago manejo de la pandemia, decide lanzar su candidatura de 2022 en alianza con un partido afín. ¿El Social Liberal, de Luciano Bivar; el Social Democrático, de Gilberto Kassab; el Laborista Brasileño, de Roberto Jefferson; Progresistas, de Ciro Nogueira, del cual se desvinculó en 2016; Republicanos, de Marcos Pereira, o Patriota, de Adilson Barroso? El desafío consiste en hilvanar un discurso acorde con su prédica contra la vieja política y la corrupción. En su léxico, sinónimos de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT).
Antes del estreno de la nueva telenovela, aún en veremos por la posibilidad de que la decisión del juez Fachin sea apelada por el fiscal general, Augusto Aras, y revisada por sus pares del Tribunal Supremo, donde manda la polarización, Lula contaba en las encuestas con un 50 por ciento de adhesión y un 44 por ciento de rechazo. Casi partes iguales que no se traducían en loas a la gestión de Bolsonaro. La idea del PT era insistir en la candidatura de Fernando Haddad, derrotado en las presidenciales de 2018. El cambio de actor impacta en el guion. De concretarse o no, Lula refuerza su capital político como víctima de arbitrariedades judiciales. Um drama sem fim.