Lazarogate K
Ya le dije que las revelaciones escandalosas del programa de Lanata impactaron con fuerza en el corazón corrupto del modelo
Ya le dije que las revelaciones escandalosas del programa de Lanata impactaron con fuerza en el corazón corrupto del modelo. Los periodistas fueron a fondo. Hasta el hueso. Desnudaron la sociedad y complicidad de negocios y negociados entre Néstor Kirchner y Lázaro Báez. Iluminaron una trama oscura de coimas, lavado y evasión megamillonaria que dejaron muda a Cristina y a los argentinos, con la boca abierta. La profunda conmoción política sacudió los cimientos del gobierno y de una sociedad que pasó de la indignación domiciliaria a la bronca callejera.
El nivel de interés que despertó casi no tiene antecedentes. La información se diseminó como nunca antes en todos los sectores sociales harta convertirse en el principal tema de conversación en internet, en la tele, en los trabajos y en los bares y reuniones familiares. La denuncia de corrupción en lo más alto del poder es la más grave de la década y recuerda el caso Watergate. En esa investigación emblemática los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward tuvieron todo el apoyo del Washington Post aunque contaban con muchísima menos información inflamable que la que Lanata ofreció anoche. Eso si, en Estados Unidos tuvieron a su favor una justicia realmente independiente y corajuda que no detuvo su trabajo ni siquiera ante la figura del presidente de la Nación, Richard Nixon. Las comparaciones son odiosas pero sirven para tomar cierta dimensión de los acontecimientos.
Yabrán fue mucho menos cercano con Carlos Menem que Lázaro Báez con Néstor Kirchner. Pero la forma de enriquecerse estafando al estado y desde las sombras, tiene el mismo sello de identidad. En este caso la diferencia es que Watergate nació como un caso de espionaje ilegal. En cambio, el Lazarogate, es la aplicación a rajatabla del manual para robarle fortunas al estado desde el estado. La catarata de papeles y pruebas que exhibieron anoche Lanata y Nicolás Wiñasky alcanza y sobra para impulsar una investigación a fondo en la justicia que, por ahora, quiere esquivar el bulto.
Fue patético y peligroso el nivel de protección y de blindaje que le dieron a Lázaro Báez tanto desde los funcionarios del estado como desde el periodismo de estado. La AFIP castigó a sus propios empleados que se atrevieron a levantar un dedo. La UIF llegó tarde y mal. La procuradora Alejandra Gils Carbó ordenó a los fiscales que no imputaran a Lázaro. Carlos Zannini fue el operador mediático y abogado oculto de malandrines menores como Fariña y Elaskar y el amigopolio mediático oficialista habló de cualquier cosa menos del Lazarogate K.
Mirando de frente a la cámara, anoche Lanata se lo dijo a Horacio Verbistky: “no te hagas el boludo y decile a Cristina que Lázaro esta lavando guita. Vos sabes que es cierto”. Hizo chistes demoledores: “Al edificio Madero Center le dicen Sierra Chica porque esta lleno de chorros”. Y una acusación que estremece las instituciones: “Lázaro y Néstor eran socios y por herencia, ahora Lázaro es socio de Cristina, Máximo y Florencia”. Se confirmaron cuestiones que parecen del realismo mágico. Era tan grande la dimensión física del dinero robado que, además de pesarlo, tuvieron que comprar un avión para trasladarlo.
Montañas de billetes que enloquecen a cualquiera. Hasta el propio vice gobernador de Néstor durante 8 años,Eduardo Arnold dio crédito a la versión que dice que estos muchachos, en su casa, habían instalado cajas fuertes gigantes que habían funcionado como bóvedas de seguridad en el banco de Santa Cruz. Hay otras revelaciones lanatianas en las que la realidad impune supera cualquier ficción de novela barata. La festichola de Punta del Este con 16 vuelos privados, 150 botellas del mejor champagne del mundo y Lola Ponce como invitada deja a Kafka a la altura de un cronista moderado y previsible. Que en Suiza le hayan cerrado la cuenta por operaciones sospechosas es too much, diría Cristina. El capítulo Panamá no tuvo desperdicio. Gente que vive modestamente como Daysi Lorena Gil que figura en los directorios de 338 empresas fantasmas y truchas de toda truchez, era la directora en la empresa de Martín Báez, el hijo de Lázaro, el heredero que está enterrando en la memoria colectiva la asociación entre ese apellido y el cartonero.
Báez, a partir de ahora, en Argentina no es más referencia del famoso cartonero con el que Maradona comparó a Mauricio Macri para chicanearlo. Hoy Baez es sinónimo de Kirchner. De megacorrución. La historia de un sencillo empleado bancario que se transformó en magnate en solo diez años. Una película de terror titulada: “Lazarogate K. El que más ganó en la década ganada”