Es una de las principales falencias de la gestión de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires. La falta de política. La maravillosa idea de modificar escenarios, establecer alianzas, incorporar nuevas figuras , abrir mucho más la agenda del debate democrático, tratar de adelantarse a los acontecimientos, transformar la realidad. Todas esas asignaturas están dentro del gran titulo de la materia “política” que todavía el PRO debe rendir. En cada uno de los problemas que tiene que resolver el gobierno macrista aparece esa debilidad. Y en el tema de la toma de las escuelas por grupos minoritarios aparece con más fuerza la ausencia de muñeca e ideas innovadoras para afrontar esa realidad y sus consecuencias. Algunos datos que no se pueden olvidar: nunca los problemas educativos tienen una solución policial. Jamás debe haber represión en un establecimiento educativo. Si se puede dar intervención a la justicia porque se trata de la toma de un edificio público que es de todos los habitantes de la ciudad. Y esta bien que se responsabilice a los padres de los alumnos de los problemas que puedan surgir del apoderamiento de las instalaciones por parte de pequeñas expresiones ideológicas casi irrepresentativas en la sociedad en general y entre los alumnos en particular.
 
La forma de resolver de manera creativa y eficiente este conflicto está directamente ligada a la política. Primero a solucionar definitivamente los problemas reales y concretos de las escuelas. Un dirigente como Macri que se ofreció como un administrador eficiente de la educación, la salud y la seguridad no puede permitir que a esta altura del partido todavía haya escuelas sin gas, con baños de cuarta o con techos que se vengan abajo. Si en algún lugar Macri debe mostrar sus promesas electorales de buen gerente de las necesidades públicas es en los colegios y en los hospitales. Deben ser un ejemplo. Funcionar como un relojito del primer mundo. No hay nada más prioritario que eso. Salud y educación como vidriera de lo que es capaz de hacer. Con el presupuesto y la infraestructura que tiene esta ciudad no hay excusas para que el estado no resuelva en forma transparente y eficaz estos problemas. Eso es gestión inteligente que fija prioridades. Pero además del buen gerenciamiento, el macrismo tiene que hacer política en el mejor sentido de la palabra. ¿Cómo es posible que 30 o 40 alumnos tomen colegios con 500 o 700 alumnos? No representan ni al 10% de los estudiantes. ¿Cómo es posible que no hayan abierto los canales para fomentar la participación y el compromiso de los padres, los docentes y los alumnos que no quieren perder el tiempo ni el año? ¿Las imposiciones arbitrarias de las agrupaciones pequeñas y sectarias se las supera con más democracia y más participación? Se debe poner en movimiento a toda la comunidad educativa. Fomentar y ayudar a que otros grupos menos dogmáticos y con más sentido común se expresen organizadamente. Los espacios vacíos en política no existen. Si no lo ocupan las mayorías, lo ocupan las minorías. Esa es una de las principales tareas de la política: movilizar, interesar y organizar las mejores intenciones y las solidaridades transformadoras. Que la sociedad sea cada vez más igualitaria y menos injusta. En tres palabras, Macri : es la política.

Es una de las principales falencias de la gestión de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires. La falta de política. La maravillosa idea de modificar escenarios, establecer alianzas, incorporar nuevas figuras , abrir mucho más la agenda del debate democrático, tratar de adelantarse a los acontecimientos, transformar la realidad. Todas esas asignaturas están dentro del gran titulo de la materia “política” que todavía el PRO debe rendir. En cada uno de los problemas que tiene que resolver el gobierno macrista aparece esa debilidad. Y en el tema de la toma de las escuelas por grupos minoritarios aparece con más fuerza la ausencia de muñeca e ideas innovadoras para afrontar esa realidad y sus consecuencias. Algunos datos que no se pueden olvidar: nunca los problemas educativos tienen una solución policial.

Jamás debe haber represión en un establecimiento educativo. Si se puede dar intervención a la justicia porque se trata de la toma de un edificio público que es de todos los habitantes de la ciudad. Y esta bien que se responsabilice a los padres de los alumnos de los problemas que puedan surgir del apoderamiento de las instalaciones por parte de pequeñas expresiones ideológicas casi irrepresentativas en la sociedad en general y entre los alumnos en particular. La forma de resolver de manera creativa y eficiente este conflicto está directamente ligada a la política. Primero a solucionar definitivamente los problemas reales y concretos de las escuelas. Un dirigente como Macri que se ofreció como un administrador eficiente de la educación, la salud y la seguridad no puede permitir que a esta altura del partido todavía haya escuelas sin gas, con baños de cuarta o con techos que se vengan abajo. Si en algún lugar Macri debe mostrar sus promesas electorales de buen gerente de las necesidades públicas es en los colegios y en los hospitales. Deben ser un ejemplo.

Funcionar como un relojito del primer mundo. No hay nada más prioritario que eso. Salud y educación como vidriera de lo que es capaz de hacer. Con el presupuesto y la infraestructura que tiene esta ciudad no hay excusas para que el estado no resuelva en forma transparente y eficaz estos problemas. Eso es gestión inteligente que fija prioridades. Pero además del buen gerenciamiento, el macrismo tiene que hacer política en el mejor sentido de la palabra. ¿Cómo es posible que 30 o 40 alumnos tomen colegios con 500 o 700 alumnos? No representan ni al 10% de los estudiantes.

¿Cómo es posible que no hayan abierto los canales para fomentar la participación y el compromiso de los padres, los docentes y los alumnos que no quieren perder el tiempo ni el año? ¿Las imposiciones arbitrarias de las agrupaciones pequeñas y sectarias se las supera con más democracia y más participación? Se debe poner en movimiento a toda la comunidad educativa. Fomentar y ayudar a que otros grupos menos dogmáticos y con más sentido común se expresen organizadamente. Los espacios vacíos en política no existen. Si no lo ocupan las mayorías, lo ocupan las minorías. Esa es una de las principales tareas de la política: movilizar, interesar y organizar las mejores intenciones y las solidaridades transformadoras. Que la sociedad sea cada vez más igualitaria y menos injusta. En tres palabras, Macri : es la política.