Tempranísimo, Magdalena produce el rito sagrado: miles y miles de argentinos encienden la radio para escucharla. Es un clásico de nuestro país. Desde hace mas de un cuarto de siglo, Magdalena Ruiz Guiñazú se convierte en un parlante de masas que despierta a los ciudadanos dormidos en todo el sentido de la palabra.

Es capaz de navegar en todos los mares de las relaciones humanas. Desde la charla distendida, amable, con intenciones didácticas apostando al rol formador de los medios, hasta la discusión apasionada con un ministro poderoso al que no le permite que diga mentiras. Yo intentaría resumir su carrera en pocas palabras: Magdalena no se calla. Ante nada y ante nadie. Magdalena no se vende. A esta altura es la mejor periodista argentina, la más creíble, la que tiene una trayectoria impecable para mostrar.


Ocupó con dignidad y capacidad profesional todos los escalones de la profesión. Fue una movilera audaz que muchas veces caminó por la cornisa del peligro con tal de conseguir un testimonio. Cacho Fontana descubrió rápido sus saberes. Todavía hoy anda con un grabador en la cartera, siempre atenta, por si alguna noticia o protagonista se le cruza en el camino.


Se luce con su escritura en los diarios y las revistas; en televisión supo poner su impronta de rigurosidad para investigar y de transformar sus preguntas en estiletes al servicio del ciudadano. Escribió libros deliciosos porque dice que la ficción es la que le permite al periodista soportar tanto dolor cotidiano por las cosas que pasan. Y la radio. Es su lugar en el mundo. Ella dice que la radio es el ring side de la vida. Es la posibilidad de no perderse nada de lo humano. De poner el cuerpo aún en los momentos mas difíciles. Cuando pudo denunciar atrocidades en la cara de los dictadores. Cuando se jugó enterna a la hora de aceptar la invitación del presidente Raúl Alfonsín para integrar la CONADEP, esa Comisión Nacional para la Desaparición de Personas que realizó el informe mas valiente y riguroso sobre el terrorismo de estado. Allí trabajó codo a codo con próceres de los derechos humanos como Ernesto Sábato, Rene Favaloro, Marshall Mayer, Graciela Fernández Meijide o el obispo Jaime de Nevares.


Supo pararle el carro a muchos soberbios y prepotentes que la quisieron llevar por delante. Fue la primera que le dio la posibilidad de expresarse en un micrófono a Hebe Bonafini cuando muchos huían del lado de las Madres de Plaza de Mayo y algunos en Santa Cruz se negaban a recibirlas. No era gratis hacer esas cosas. Por eso quedó grabado para siempre el audio donde Hebe agradece y reconoce por ese gesto a Magdalena. Hasta que vinieron los Kirchner, los que jamás la invitaron a Hebe a la provincia y le pusieron la camiseta partidaria. El odio y el autoritarismo creció tanto que la misma Hebe fue la que impulsó aquel fascista y repugnante juicio popular en la Plaza de Mayo a varios periodistas entre los que estaba Magdalena, aunque no lo puedan creer. Hay pocas cosas tan terribles en la vida como ser desagradecidos.


Otro soldado de ese ejército del insulto y la descalificación como Luis D’Elía también llenó de agravios a Magdalena que nunca lloró como su nombre. Destituyente, oligarca, era lo mas suave que le decían a una de las compañeras mas generosas y honradas de este maravilloso oficio. Hubo afiches anónimos fogoneados por el gobierno, despreciables actos donde se llamó a escupir fotos de periodistas. Ni Mussolini hubiera resucitado mejor los linchamientos a las voces críticas. Fomentar la intolerancia de estado es la peor herencia que nos va a dejar la decada ganada por los amigopolios K. Y Magdalena podrá decir con orgullo que ni eso la hizo retroceder de sus convicciones.


Aquellos escraches que deberían avergonzar a todos los argentinos pero sobre todo a los que militan en los derechos humanos generaron un debate y Cristina Fernández de Kirchner dijo: “algunos periodistas deberían vacunarse contra la rabia”. Increíble respaldo a los victimarios de una situación de violencia simbólica que sembró tantos vientos entre nosotros.


Se pude hablar de sus 12 premios Martin Fierro, de las condecoraciones por su trabajo a favor de los derechos humanos que le dieron desde las Abuelas de Plaza de Mayo hasta los gobiernos de Francia e Italia. De su coquetería y elegancia, que rompía corazones masculinos en el gremio de prensa. De los golpes duros que le dio la vida en lo personal. De la utilización de la ironía como arma de destrucción masiva. Ya en 1983 fue elegida la mujer del año por votación popular. Magdalena es un nombre de origen hebreo que significa: “La magnífica habitante del Torreón”. Hasta eso la marcó en su trabajo. La observación, la curiosidad es el principal motor que tenemos.
Fue pionera y vanguardia en los medios y por eso este humilde homenaje en el día de la mujer. Hoy el Senado de la Nación iba a distinguirla con su máximo reconocimiento.


La muerte de Chávez y el luto hizo que la ceremonia se postergara unos días. Pero para nosotros, no hay mejor día que este para hacerle nuestro humilde homenaje. El día de la mujer. Magdalena es la reina madre de todos los periodistas. Es nuestra pachamama. Magdalena coraje, ícono del periodismo que no se calla ni se vende, espejo para los estudiantes, bien vale recurrir al título de Matha Mercader para nombrarla: Magdalena Mucha Mujer y esta todo dicho.