Guillermo Moreno es bueno. Lo dice un virtual decreto de necesidad y urgencia que la presidenta bajó a todos sus colaboradores. Moreno es más bueno que Lassie, como dijo en su momento Néstor Kirchner. Alberto Fernández, que lo conoce bien, cree que Moreno es un perro que anda suelto mordiendo a todo el mundo.

Hay que salir a defenderlo de los ataques de mujeres muy poderosas y peligrosas como Sandra González o la despachante de aduana, Paula De Conto. Hay que levantar los escudos de los paraperiodistas subsidiados por el estado y proteger al frágil Moreno de los embates brutales de un conocido hombre violento y agresivo como Héctor Polino.

Hay que enviar a la televisión amigopólica a funcionarios que digan que Moreno es un príncipe como lo bautizó la presidenta. Que aseguren que Moreno jamás entró con una patota armada al INDEC como denunció hasta el mismísimo Horacio Verbitsky. Hay que desmentir que sea un insultador serial capaz de humillar con sus palabras a cuanta persona se le ponga adelante y tenga la osadía de pensar distinto. Jamás puso una pistola sobre la mesa para empezar a negociar. Siempre se lo vio al lado de los intelectuales brillantes y pacifistas y nunca con Acero Cali, esa montaña de músculos campeón mundial de Kick Boxing.

De ninguna manera, Moreno hizo el gesto de cortarle la cabeza a alguien desde las tribunas gubernamentales. No es un provocador. No es mentiroso. Jamás dibujó ni malversó las estadísticas públicas. La inflación es bajísima como todo el mundo sabe. El resto es un invento de los delegados más combativos de ATE que en su mayoría simpatizan con la izquierda. El problema de Moreno es que no solamente los adversarios del gobierno lo acusan de hacerse el pesado con todos pero de ser mucho más agresivo con las mujeres.

Sandra González no es una enemiga del gobierno. Ella misma elogió y fue elogiada varias veces por Néstor Kirchner. Salvo que se crea que tener un pensamiento propio es ser un enemigo. Cambia, todo cambia. Ahora acusan a Sandra Gonzalez de ser una provocadora que fue a romper la reunión y que fue ella la que interrumpió al buenazo de Moreno. El muerto se asusta del degollado. El que le grita a un gritón tiene cien años de perdón. Pobre Moreno, tan interrumpido últimamente. Solo con escuchar a la despachante de Aduana, Paula De Conto uno advierte que no es una militante ni una conspiradora. Es solo una mujer sencilla de trabajo que no quiso dejarse agraviar. Y que como tuvo la dignidad que no tienen muchos empresarios, hizo la denuncia ante la justicia, como corresponde y habló ante los medios.

¿Qué motivo tendría Paula para mentir o exagerar o inventar algo sobre Moreno? ¿Y don Hector Polino, uno de los símbolos que tiene el socialismo de honradez y consecuencia militante a favor de la libertad y la igualdad? ¿Desde cuando es un enemigo feroz del gobierno? ¿Cuál fue su terrible pecado desestabilizador? Publicó estadísticas sobre el costo de vida que no son todo lo científicas y rigurosas que deberían ser. ¿Y que problema hay? ¿O las estadísticas del INDEC las cree alguien? ¿O no hay libertad de prensa para dar una opinión aunque sea con datos no tan estrictos? Este país es joda. El gran mentiroso nacional acusa de mentir a los demás.

Guillermo Moreno, en una reunión con productores yerbateros de Misiones los trató de “polacos pelotudos y patasucias” y al gobernador lo definió como un “gordo puto”. Finalmente dijo que al precio de la yerba “lo pongo yo y al que no le guste que se ponga en cuatro”. Lamentablemente para los argentinos esta actitud patotera, discriminatoria y claramente xenófoba no es una excepción, o producto de los nervios de un instante en que perdió el control un hombre prudente. Todo lo contrario, este es el comportamiento permanente de un dirigente agresivo y provocador que se maneja como si fuera un jefe militar que da órdenes a sus subordinados y no un funcionario de un gobierno democrático.

El odio racial y la xenofobia son caballitos de batalla del pensamiento de ultraderecha. Y en Argentina fueron tipificados como delito. Hay cientos de situaciones en que empresarios fueron humillados, desafiados a medir la potencia sexual de cada uno o las dimensiones del miembro viril.

Patota Moreno arremete con su descontrol. Y putea a medio mundo. Y comete el delito de incitar a la violencia de género ante el silencio de las militantes K. Y abusa de su autoridad. Y sin embargo es el niño mimado de este gobierno casi desde su fundación. Moreno es un símbolo. Es el perro guardián del kirchnerismo. Más bueno que Lassie. Un angelito.