Faltan 47 días para certificar si Sergio Massa es el líder que todas las encuestas dicen que es. Los sondeos de opinión son fotos que nos ayudan a pensar la realidad, pero no son “la” realidad. Las consultoras dicen que el intendente de Tigre puede ganar las elecciones en la provincia de Buenos Aires y sacar entre el 30 y el 40% de los votos. Dentro de 47 días vamos a ver si esa premonición se verifica en la práctica a la hora de contar los sufragios. Si esa especulación se convierte en realidad habrá nacido una estrella política, un nuevo conductor del peronismo y un potente candidato a presidente para el 2015.

Si Massa derrota al candidato de Cristina en el distrito más grande el país, gran parte de los dirigentes correrán en su auxilio tal como suele ocurrir históricamente en el peronismo y podrá formar una masa crítica para encabezar el post kirchnerismo. La sociología tomó de la física, el concepto de masa crítica. Es la cantidad mínima de material necesaria para que se produzca una reacción nuclear en cadena. Esa sucesión de explosiones sería el certificado de defunción para los intento de eternizarse en el poder por parte de Cristina y, simultáneamente, dejaría la carrera de Daniel Scioli al borde de su evaporación. Sergio Massa ya mostró su astucia y capacidad marketinera. Utilizando el mecanismo del misterio y la sorpresa convirtió su lanzamiento en la noticia más importante del cierre de las listas.

Con apenas 41 años ya fue jefe del Anses, jefe de gabinete y jefe de Tigre y en todos esos lugares supo utilizar los medios para comunicar la eficiencia de su gestión. Eso explica algo difícil de explicar: tiene una gran imagen positiva, una alta intención de votos y un importante nivel de conocimiento público pese a que no es un dirigente que se haya paseado por los canales de televisión dando entrevistas. De hecho, no se le conocen definiciones muy espectaculares de su pensamiento. Sus críticas más contundentes fueron realizadas en una reunión reservada en la embajada de los Estados Unidos. Los wikileaks revelaron que se refirió a los Kirchner como “monstruos y perversos”, aunque luego lo desmintió tímidamente.

Tiene vocación de poder y obsesión por interpretar las encuestas y de representar las demandas que de allí surgen. Dice que hoy, solo el 15% de los argentinos es fanático kirchnerista y otro 15 % rabiosamente antikirchnerista y que el quiere ganar la voluntad del 70% restante de la población. Por eso se presenta con un renovador peronista de centro parado en una suerte de tercera posición. Por eso dice que Argentina hoy no es la Disneylandia que dice Cristina ni el Bagdad que dice la oposición. Insiste: este modelo K no es ni una revolución ni una dictadora. No quiere ser esclavo ni enemigo de Cristina. ¿Podrá?

Por eso la ortodoxia kirchnerista lo desprecia por ser un traidor y gerente de las corporaciones, neoliberal de centro derecha y Francisco de Narváez lo acusa de ser una colectora mas de Cristina, su caballo de Troya. En su campaña intentará elogiar lo bueno que hizo el kirchnerismo y asegurar que lo va a mantener y perfeccionar, por caso la Asignación Universal por Hijos y criticar lo malo. Ya avisó que está absolutamente en contra de la reforma de la justicia, de la Constitución y de la reelección de Cristina. Y que tuvo que hacer rancho aparte para expresarse con libertad porque dentro del cristinismo no se puede criticar la inflación ni la inseguridad. Eso solo, lo transforma en un enemigo para Cristina. Eso solo despierta el odio y los ataques del gobierno nacional. No hay espacio para el pensamiento diverso o la disidencia parcial en el cristinismo. Hay verticalismo, subordinación y valor.

Son formas distintas de entender la etapa que estamos transitando. Cristina cerró las listas con los soldados más fieles aunque tengan muy mala imagen en la sociedad. Massa abrió sus listas a sectores tan diversos como los industriales, la CGT, la CTA, la Federación Agraria, los jubilados, los intendentes mas votados, ciertos radicales y macristas y todo tipo de peronistas. Cristina se cierra y Massa se abre. Así fue como pateó el tablero y dio comienzo a un nuevo campeonato. En los entrenamientos, a Sergio Massa, le salieron muy bien todas las jugadas de pizarrón. Se cansó de clavarla al ángulo.

Falta ver los resultados un día domingo y con la cancha llena. Será el 11 de agosto. Su hinchada dice que es un pibe que debuta en las ligas mayores y está para salir goleador. Cantan ilusionados: “Se siente/ se siente/ Massa Presidente”. Después que termine el partido y pasen los 90 de minutos de juego, le cuento. El fútbol está lleno de jugadores que se comían a los chicos crudos y que terminaron de suplentes en la B. Pero esa pasión de multitudes, como la política, también produce grandes figuras aunque maradonas y messis sean milagros excepcionales. Massa está en campaña. Por ahora, promete. ¿Cumplirá?