Minería transparente
Vamos a hablar claro. Argentina necesita una producción minera absolutamente transparente. Una actividad que genere importantes ingresos para las provincias y muchas fuentes de trabajo pero que no afecte en lo más mínimo el medio ambiente.
Vamos a hablar claro. Argentina necesita una producción minera absolutamente transparente. Una actividad que genere importantes ingresos para las provincias y muchas fuentes de trabajo pero que no afecte en lo más mínimo el medio ambiente. Esta es la situación ideal. Permitir la explotación minera con los últimos adelantos tecnológicos totalmente limpios como se practica en los países del primer mundo. Prohibir la minería es un absurdo que no ocurre en ningún país. Pero permitir que envenenen a los pobladores y que se lleven toda el agua es directamente un suicidio. Se puede encontrar el equilibrio.
No es tan difícil si todo se hace de cara a la comunidad, con las cartas sobre la mesa, con los mayores controles y con la aceptación de que el ciudadano debe tener la última palabra. La riqueza que existe en el subsuelo pertenece a las provincias. Ellas son las dueñas y son ellas las que deben decidir su destino. Estoy absolutamente de acuerdo en utilizar todos los mecanismos de participación popular. La consulta popular es el principal. Que el pueblo de cada lugar otorgue la licencia social mediante el voto. Que se abra un período importante de información y debates para que todos tengan la mayor cantidad de elementos para decidir.
La minería puede llevar mucho progreso a los lugares más pobres y postergados de la Argentina pero si no se controla como corresponde puede llevar también el germen de la tragedia ambiental. Hay que buscar una posición racional que cuide el principal tesoro de un país que es la salud de su pueblo y, simultáneamente, potencie el trabajo y la producción para aumentar los niveles de igualdad y justicia social. Hay que encontrar el punto medio entre los extremos. Ni el salvajismo de la codicia de las empresas que tienen un solo dios llamado rentabilidad. Ni el fundamentalismo dogmático de aquellos ecologistas de escritorio que quieren decidir desde Palermo lo que debe hacer un habitante de Andalgalá. Insisto: es una encrucijada de la que se sale con información de calidad sobre los beneficios y los perjuicios y con la voluntad popular expresada a través del sufragio. Es verdad que los obreros no son suicidas como para trabajar en un ambiente contaminado. Pero también es cierto que la desesperación, algunas veces, lleva a que muchos trabajadores se preocupen más por alimentar a sus hijos que por el aire puro.
La minería no puede ser pan para hoy y veneno para mañana. Tienen que ser trabajo y salud para siempre. Se puede hacer. En otros países que están muy cerca como Brasil y Chile se hace. ¿Tanto nos cuesta a los argentinos? Deberíamos desideologizar el debate y hablar con las pruebas en las manos.
Un camino seguro es que no se permita en nuestras montañas lo que no se permite en las montañas de los países de donde son las empresas. ¿Se entiende? Autorizar solamente lo que está permitido en Canadá por ejemplo. El tercer mundo no debe ser un lugar para experimentar con el medio ambiente. No queremos ser conejillos de indias. Pero tampoco queremos privarles a los pueblos mas sufridos la oportunidad de desarrollarse y de construir con la cultura del esfuerzo su propia movilidad social ascendente. Más trabajo y más aire puro debe ser el objetivo.
Más oro y más agua. Se puede lograr. Sin sobreactuaciones ni chicanas. Sin piquetes ni contrapiquetes, sin violencia represiva brutal y descontrolada y con respeto por la opinión del otro. El gobierno está en una encerrona. Por un lado los ecologistas, su ala más progresista y muchos de los artistas populares que en su mayoría simpatizan con Cristina se oponen a la megaminería a cielo abierto. Y por el otro, los gobernadores de provincias donde se desarrolla esa actividad han sido electos o reelectos con un gran caudal de votos y también son aliados de Cristina.
Es un tema delicado y por eso les cuesta estar de los dos lados del mostrador. Por un lado quieren fomentar la minería y las inversiones pero por el otro lo quieren hacer con las banderas del progresismo ambiental y cultural. Esta es la situación actual. Insisto: más transparencia y más debate, es el camino para salir del laberinto. Y la verdad, o su verdad, la tendrán los compatriotas directamente involucrados a la hora de votar. También de aquí se sale con más democracia y con menos autoritarismo.