Moreno y su patota armada tomaron por asalto el INDEC y destruyeron las prestigiosas estadísticas públicas. No pudo controlar la fiebre inflacionaria pero pisoteó el termómetro.

Morena le dio un cheque en blanco y se convenció a si misma de que la inflación es por culpa de los empresarios que son los que aumentan los precios. Vaya novedad. Siempre son los empresarios los que remarcan los precios. Pero es el gobierno nacional el responsable de la inflación. De sus causas y de no atacar sus consecuencias. Es el poder ejecutivo el que debe tomar las medidas económicas que hagan bajar el costo de vida.

Moreno se cree más vivo que todos e intervino todos los mercados en nombre de la mesa de los argentinos. En poco tiempo liquidó un stock ganadero de mas de 12 millones de vacas y hoy tenemos que pasar la vergüenza de que Uruguay y Paraguay exporten mas que nosotros. O que en el país del trigo no tengamos trigo o sea carísimo para hacer el pan y los fideos. Es el que jamás pudo controlar los precios y nos llevó a estar en el podio de los países del mundo con mas infación.

Morena lo alentó para que siguiera con su cruzada anti campo y proclamó a los cuatro vientos que la culpa es de los agrogarcas destituyentes que ganan fortunas, no pagan impuestos y tienen trabajadores en negro.

Moreno puso el cepo cambiario que hizo desplomar la actividad inmobiliaria y la construcción y que terminó en un inmoral blanqueo derechista de dineros sucios.

Morena mira para otro lado y recita consignas en contra de los fondos buitres y el capitalismo salvaje de los que apuestan a las finanzas.

Moreno está nervioso como nunca porque tiene que ir a declarar a los tribunales. Lo acusan de lo que es: un abusador del poder. Censuró en forma autoritaria a las consultoras que querían contar su verdad y ahora tendrá que rendir cuentas ante el juez Bonadío.
Morena lo deja hacer y deshacer y le tiene una confianza ciega pese a sus fracasos seriales. Parece mentira pero ató su suerte a la suerte de este personaje maltratador de políticas económicas cavernícolas.

Moreno ayer, fiel a su cobardía permanente, agredió verbalmente a una señora periodista con mayúsculas. A los gritos le dijo que tenía las manos manchadas de sangre por trabajar en Clarín.

Morena pese a su retórica preocupación por las cuestiones de género no dijo esta boca es mía. Ni un tuit de apenas 140 caracteres le mereció semejante patoteada hacia Silvia Naishtat. Menos mal que Walter Curia puso las cosas en su lugar calificando la actuación de Moreno como fascista. Y que Osvaldo Pepe precisó que se trata de un energúmeno que se hace el guapo cuando tiene una mujer adelante y un guardaespaldas detrás. Lo dice porque ya tuvo por lo menos otros tres cruces agresivos con dos especialistas en los derechos del consumidor y con la despachante de aduana, Paula De Conto. Hasta en la cárcel, los presos castigan a los que se propasan con las mujeres.

Moreno es el autor material de varias de las peores medidas de mala praxis del gobierno nacional. Insultador profesional, matón de pistola sobre la mesa, la gran bestia pop como lo bautizó Marina Aizen.

Morena el la autora intelectual de estas desmesuras que solo sirven para generar un clima de miedo y expulsar todo tipo de inversiones.
Moreno es Guillermo Moreno, el nombre y apellido que simboliza lo peor del actual gobierno.

Morena es Cristina, la morocha argentina, la que le da de comer al chancho. Aguante Morocha, aguante Moreno.