Hoy no es un 17 de octubre más en la vida del peronismo. Es el primer día de la Lealtad en donde Juan Domingo Perón, aquel muerto convertido en leyenda, tiene que competir (esto dicho con todo respeto) con el recuerdo fresco de la muerte de Néstor Kirchner. En diez días se cumplirá el primer aniversario del fallecimiento de Kirchner quien, para sus seguidores, también fue el fundador y líder de un nuevo movimiento llamado kirchnerismo.
 
Por eso los historiadores y los sociólogos empiezan a preguntarse si el kirchnerismo es la etapa superior del peronismo o es su continuidad por la vía de la modernidad y el neopopulismo. La valoración de Perón generó un nivel de división y polémica que atravesó la historia de los últimos 66 años. Instaló una de las más grandes y duraderas fracturas sociales. La antinomia peronismo-antiperonismo o cabecitas negras vs gorilas se fue alimentando desde que aquel 17 de octubre, el pueblo pobre en las calles logró que liberaran a quien llamaban “el coronel de los trabajadores”. ¿Tendrá Néstor Kirchner semejante envergadura? ¿Dividirá la política de estos tiempos en un antes y un después igual que lo hizo Perón? ¿Tiene la misma potencia para dejar marcada su huella digital en el devenir de los tiempos? ¿Será Cristina un mito de la estatura de Eva Perón?

Es muy temprano todavía para hacer afirmaciones contundentes. La historia necesita que pase el tiempo, que baje el polvo de la explosión de los sucesos de actualidad. Hay que dejar reposar las pasiones, los amores y los odios para sacar las conclusiones más certeras. Y a veces ni con el paso sanador del tiempo logran cerrarse las heridas profundas que se abrieron en la piel de la sociedad. ¿O acaso a 66 años de aquel 17 de octubre que funcionó como un parto hay unanimidad respecto de lo que significaron Perón y Eva en la construcción de la Nación? Insisto, si todavía hay polémicas duras, acusaciones terribles y discusiones interminables sobre Perón, imagínese lo que serán los próximos años del debate sobre Kirchner.

La adoración y el desprecio que todavía despierta Perón, su vida y su obra, son material inflamable. Pruebe en cualquier reunión familiar o en un asado con los amigos del club. Pida opiniones sobre Perón o sobre Kirchner ahora, y se dará cuenta del revuelo que se arma. En muchos ámbitos se evitó hablar del tema Perón para no generar peleas ni controversias eternas. Y ahora se evita hablar de Kirchner para que no se abra un abismo de agresiones y descalificaciones mutuas. Son hechos malditos del país burgués, como diría Cooke. Es difícil encontrar gente que le de lo mismo Perón o Kirchner.

O que les sea indiferente. Ambos generan una inmediata toma de posición donde la racionalidad y la moderación pierden por goleada frente a la fiebre militante y la intolerancia. Pocos serán capaces de poner paños fríos. Todos tendrán definiciones tajantes, excluyentes, absolutas, definitivas.

Unos dirán que Perón fue un nazi o Néstor un autoritario feroz, los que mas atacaron la libertad y apelaron a la patota mediática y de la otra.
Otros dirán lo contrario.

Que Perón fue Gardel y Néstor anda por ahí cerca. Que fueron los que mas hicieron por los pobres en el país, los que mas trabajo genuino lograron construir.

Nazi o Gardel. Autoritario o Nestornauta. No hay términos medios. La gloria o Devoto, el cielo o el infierno. Es difícil entender el alma y el cerebro de los argentinos sin hacer un intento serio por entender al peronismo primero y al kirchnerismo después. Se recomienda utilizar la menor cantidad de reduccionismos y simplificaciones posibles. Hay mucho de mito y religiosidad en todo esto. Por eso dicen que Evita vive en el corazón de los humildes y que Néstor no murió, que vive en el pueblo. Para bien y para mal la Argentina quedó grabada a fuego con Perón y tendrá la marca permanente de Kirchner. Son dos matrimonios que salvando las distancias dieron su vida por la política y el poder. Mucho de lo bueno y lo malo de este país se lo debemos a ellos. Sería útil que allí donde los militantes desatan pasiones, los periodistas desatemos reflexiones.

Para que podamos ver los matices. Para que logremos convivir en forma pacífica con la misma camiseta celeste y blanca. No hace falta que los anti peronistas o anti kirchneristas se hagan pro peronistas o pro K ni viceversa. Se trata de hacer un esfuerzo descomunal por entender al otro. Por ponerse en el lugar del otro porque demasiada sangre corrió bajo estas trincheras. Ponerse en lugar del otro. No para darse vuelta ni cambiar de opinión.

Para comprender. Para interactuar. Para reconocer a un adversario político y no a un enemigo en el otro. Sin dogmas, sin dientes apretados ni puños cerrados, sin odios ni fanatismos. Con la mano abierta. Y con la cabeza mas abierta todavía. Porque la Argentina es de todos. Y no debe excluir a nadie. Si lo logramos, si levantamos un techo en común, todos los padres nuestros que están en el cielo como Perón, Evita, Yrigoyen, Alfonsín y don Alfredo Palacios, entre otros, respirarán satisfechos y descansarán en paz. Porque recién ese día el pueblo será libre y la política será una canción. Un himno de todos y no la marchita de cada uno.