El delantero Neymar es la joven figura más prometedora del fútbol brasileño y la mayor garantía del "juego bonito" de la Canarinha en la Copa América, aunque a sus 19 años, solo su insolencia ensombrece su genialidad.

La última joya de la cantera del Santos, de la que también salieron Pelé y Robinho, deslumbra por su velocidad, su capacidad para regatear en espacios mínimos y la versatilidad de su juego, que lo convierte en un delantero imprevisible.

Este malabarista del balón despuntó el año pasado, eclipsando al mismísimo Robinho, entonces su compañero en el Santos, cuando ganó
el campeonato regional de São Paulo, el certamen regional más importante del país, y la Copa de Brasil.

Neymar sumó 42 goles entre esas dos competiciones y la Liga brasileña del año pasado, un balance espectacular que lo catapultó de un día para otro al estrellato, provocando que las adolescentes lo persiguieran y que los clubes europeos comenzasen a pujar por él.

Entonces el Santos, que lo ha mimado desde que entró en las categorías infantiles del club con 12 años, le ofreció el salario más alto de Brasil y le dio tratamiento de campeón mundial, al mismo
tiempo que blindaba su contrato con una cláusula de rescisión insólita para un jugador tan joven.

La fama y el éxito repentino le desequilibraron emocionalmente y le llevaron a protagonizar actos de indisciplina, a enfrentarse con compañeros de equipo y a insultar a su propio entrenador, una
actitud por la que el Santos le sancionó y por la que le cayó un chaparrón de críticas de la prensa y del mundo futbolístico.

Una vez que le metieron en cintura, Neymar ha moderado el ritmo al que genera polémicas y se ha centrado más en su trabajo, dedicándose a golear para la selección sub'20, con la que ganó el
último Campeonato Sudamericano y se proclamó artillero del torneo con nueve tantos.

Con la selección absoluta debutó y marcó su primer gol en agosto del año pasado, en el primer amistoso dirigido por Mano Menezes, contra Estados Unidos.

Antes de esa fecha, los aficionados brasileños bramaron para pedir su convocatoria para el Mundial de Sudáfrica, pero el seleccionador Dunga no quiso oír el clamor público y lo dejó fuera.

Desde su debut con la absoluta, Neymar cuajó su mejor partido en el amistoso que Brasil jugó ante Escocia el pasado marzo y en el que el delantero fue el autor de los dos únicos goles del partido, en
una actuación brillante por la que fue aplaudido en su país y en el extranjero.

La Copa América será la primera prueba de fuego para este joven talento que promete seguir la saga de los grandes delanteros de Brasil.

No obstante, su carácter intempestivo y su insolencia son las mayores amenazas a su propio rendimiento y a la armonía del vestuario de su equipo y de la selección, en el que tendrá que
aprender a convivir con el ego de jugadores consagrados.