Números que sangran
A Diego le pegaron un tiro en la cabeza. Tenía 28 años y una facha tremenda que le permitió ganarse la vida como modelo. Lo asesinaron a sangre fría en el medio una situación cotidiana. Había ido a Liniers a buscar a su novia para ir a cenar. Tan simple y tan de todos los días como eso. Le quisieron robar la camioneta y lo fusilaron. Diego no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A Diego le pegaron un tiro en la cabeza. Tenía 28 años y una facha tremenda que le permitió ganarse la vida como modelo. Lo asesinaron a sangre fría en el medio una situación cotidiana. Había ido a Liniers a buscar a su novia para ir a cenar. Tan simple y tan de todos los días como eso. Le quisieron robar la camioneta y lo fusilaron. Diego no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A Jose Luis también le pegaron un tiro en la cabeza. Tenía 42 años y era comerciante. Venía del supermercado con su mujer y cuando quiso estacionar el auto en su casa de Villa Lugano a 30 cuadras de donde liquidaron a Diego. Jose Luis no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A María de los Angeles también le pegaron un tiro en la cabeza. Tenía 22 años y estaba entrando a su casa de Tigre con su bebe en brazos. Fue víctima de un enfrentamiento entre bandas delictivas. María de los Angeles no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A Gloria la empujaron a la muerte. Tenía 33 años y 4 hijos. Un ladrón entró a su casa de Flores y amenazó de muerte con un cuchillo a uno de sus hijos. Ella desesperada salió al balcón para pedir ayuda y se cayó al vacío. Gloria no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A Matías le pegaron un tiro en la espalda. Era jugador de rugby y tenía 16 años. Había logrado escaparse de la casa de Benavidez donde estaba secuestrado y nadie lo ayudó por temor. Los vecinos pensaron que se trataba de un ladrón y le cerraron las puertas. Los criminales lo capturaron y lo mataron como a un perro. Ana, la abuela de Matías le mandó una carta estremecedora a Magdalena Ruiz Guiñazú que es un verdadero pedido de auxilio, un grito desgarrador que representa a gran parte de la sociedad. Pidió tolerancia cero para los criminales y reclamó que sean separados de la sociedad. Sentido común en estado puro. Y además pidió que la cadena de amor sea más fuerte que el odio y la muerte. Matías no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
A Isidro empezaron a matarlo mientras estaba en la panza de su mamá Carolina. El bebe murió pocos días después de haber nacido. Carolina también estuvo al borde de la muerte y se salvó de milagro. Ahora decidió irse del país porque no soporta lo que le pasó en aquella salidera bancaria en La Plata cuando fue a buscar sus ahorros para comprarse la casa propia con la que tanto habían soñado. Isidro no es un número estadístico ni una sensación. Que en paz descanse.
No es mi costumbre ni la de este programa agitar todos los días el doloroso y horroroso tema de la inseguridad que no da tregua. No es nuestra intención contribuir al pánico ni a la desesperación. No abordamos de forma demagógica estas noticias ni fomentamos la mano dura ni la venganza y mucho menos la justicia por mano propia. Todo lo contrario, creemos que solo con mas y mejor democracia vamos a fortalecer el primer derecho humano que es el derecho a vivir en paz y en tranquilidad con nuestros hijos. Pero este programa tampoco mira para otro lado ni oculta el tema debajo de la alfombra en complicidad con el gobierno nacional que esconde estos muertos en el placard y que tiene prohibida la palabra inseguridad en sus discursos y a sus funcionarios. Sensacionalismo no. Ocultamiento tampoco. Los periodistas no podemos solucionar este drama que está en primer lugar en la preocupación de los argentinos en todas las encuestas y en el último lugar de atención del matrimonio Kirchner. Lo único que podemos hacer es esto que estamos haciendo. Convertirnos en la voz de los que no tienen voz. En la voz de los que ya no están.
Diego, Jose Luis, María de los Angeles, Gloria, Matías o Isidro no son números estadísticos. Son sangre derramada de argentinos. Hermanos muertos. Balas que pican cerca. Son el producto mas cruel de delitos concretos que ocurrieron en Liniers, Lugano, Tigre, Flores, Benavidez o La Plata. No pasaron en la China ni en la imaginación de la gente. Solo podemos desear que en paz descansen y que los funcionarios responsables de este tema no descansen en paz hasta que solucionen este reclamo ciudadano que se hace alarido. Y a los que todavía hablan de sensación, con todo respeto y con perdón de la grosería: sensación las pelotas.
Inseguridad, asesinato, Sensación