Soy un acérrimo defensor de la educación pública. O mejor dicho, somos, Fernando Bravo y yo, acérrimos defensores de la educación pública de calidad. Por eso estuvimos acompañando en todo momento el histórico reclamo de la Carpa Blanca que se instaló frente al Congreso de la Nación.
 
La secretaria general de CTERA de entonces Martha Maffei y Alejandro de Michellis, el secretario de prensa que todavía está en el gremio son testigos de lo que digo. Y también ese hermoso y emocionante guardapolvo blanco que anoche mostré por televisión y que nos regalaron al final, firmado por todos los docentes en lucha. Fue una suerte de agradecimiento porque hicimos nuestro programa de radio desde la carpa de la protesta. Pasó mucho tiempo pero nuestras convicciones siguen firmes. Seguimos creyendo que la educación pública es el principal elemento igualador de la sociedad.

Ojalá todos los argentinos tuvieran la misma educación de excelencia y de allí en mas se destaque el mas esforzado, el que mas energía y neuronas le ponga y no el que tuvo la suerte de nacer en cuna de oro. Digo esto de arranque para que quede claro cual es nuestra postura para que se sepa en donde estamos parados y desde que lugar decimos lo que decimos. También estamos a favor del derecho de huelga. No solamente porque lo dice la Constitución Nacional. También porque creemos que la protesta social es el pulmón por donde respira la democracia. Los reclamos genuinos hacen que una sociedad progrese que se superen injusticias. Es la sociedad que esta viva exigiendo lo que le corresponde y no dormida o de rodillas.
 
Con esta misma claridad quiero decir que el abuso del derecho a huelga es una deformación que no beneficia a nadie. Y mucho menos cuando se trata de los paros de los maestros. Ya van cinco días que los alumnos de la ciudad de Buenos Aires no tienen clases. Y amenazan con más días de paro. ¿Hay un reclamo salarial porque ganan una miseria? No. ¿Dejaron cesantes a un grupo de maestros? No. Hubo una feroz represión como fue la que mató al maestro Fuentealba en Neuquén. De ninguna manera y ni dios lo permita. Hay un reclamo, más justo o menos justo, depende de cómo se lo mire, sobre un tema casi administrativo sobre las juntas de calificación de los docentes.
 
Claro, dirá usted, tal vez hubo un decreto de necesidad y urgencia que les impuso de prepo a los maestros el nuevo régimen. Tampoco. Es una ley que se está discutiendo donde el pueblo de la ciudad de Buenos Aires delibera y gobierna a través de sus representantes. Los paros y las movilizaciones docentes, con intento de ingresar a la fuerza al palacio legislativo, son para evitar un debate legislativo. Repito, es la democracia en funcionamiento. No es el autoritarismo. Por eso me permito dirigirme a los docentes con todo respeto. No cometan el error de sobreactuar sus reclamos y perjudicar la educación de los chicos. Un abogado diría que el bien jurídico a tutelar en todo esto es la educación de los alumnos. Y ojo que no hago de esto una cuestión de camisetas partidarias.

Se que los gremios docentes porteños en su mayoría están ideológicamente enfrentados con Mauricio Macri. Pero digo lo mismo para cualquier provincia, empezando por la de Buienos Aires que gobierna el kirchnerismo con Daniel Scioli. En todos lados los docentes deberían revisar el mecanismo del paro como primer recurso. De la huelga para el primer reclamo. Creo que se equivocan en la metodología y que el paro docente debe ser el último recurso frente a un avasallamiento, a algo realmente grave. De lo contrario se está afectando directamente a los chicos que son inocentes en todo esto, a los padres y a la comunidad educativa toda. Hasta el ministro de educación de la Nación, Alberto Sileoni, a quien nadie podrá acusar de ser reaccionario o de derecha manifestó su preocupación por la reiteración de los paros.

Que se entienda bien y lo decimos con todo respeto por los docentes que merecen todo el respeto del mundo por la tarea que hacen muchas veces en condiciones muy precarias. Si a la educación pública de calidad. Si a la defensa irrestricta del derecho constitucional a la huelga. Pero no al abuso de ese derecho. No al paro a repetición. Con los chicos, No. Los niños primero. Repensar una táctica equivocada no es igual a una derrota. La derrota es perjudicar a lo más sagrado que tiene una sociedad y ganarse la bronca de miles y miles de padres.

Por más y mejor educación. Y por más diálogo, hay que parar los paros.