Amigos y amigas oyentes, imaginen por un momento que el canciller de Chile, Alfredo Moreno declara que Nicolás Fernández, senador nacional por Santa Cruz, dijo “una payasada tan ridícula que no se que contestarle”. ¿Tienen idea del escándalo que se armaría en nuestro país? Del grito en el cielo que todos los argentinos pondríamos por la falta de respeto y grosería de un ministro extranjero a uno de nuestros senadores nacionales. Sería una actitud insultante y agresiva que merecería nuestro más absoluto repudio. Bueno, eso no es lo que ocurrió. Fue exactamente al revés. Fue nuestro canciller el que le faltó el respeto a un senador chileno.

Pero es bueno siempre ponerse en el lugar del otro para tomar verdadera dimensión de nuestros actos. Para tratar de ser menos soberbio y meter la pata lo menos posible. Sobre todo si uno es el ministro encargado de las relaciones exteriores de un país, donde se supone que hay que construir lazos de amistad con todos en general y con nuestros vecinos en particular. Pero así funciona este gobierno que tiene en Héctor Timerman a uno de sus representantes mas cabales. La descalificación como bandera y la chicana barata a flor de piel. El senador chileno Andrés Chadwick se compadeció de las dificultades de Timerman para explicar lo inexplicable diciéndole “pobre canciller”. Pero más allá de este chisporroteo personal bilateral lo mas grave es que las relaciones con Chile han sido colocadas en el momento de mayor tensión desde que llegaron los Kirchner al gobierno. Y eso que todavía no está dicha la última palabra. El gobierno chileno citó a nuestro embajador Ginés González García y le entregó una nota de protesta y Adolfo Zaldívar, el embajador de Chile en nuestro país por ahora sigue en Santiago como otra muestra de la frialdad y tirantez que existe.
 
El propio presidente Sebastián Piñera ha dicho que este es un retroceso para los derechos humanos de las víctimas del terrorismo porque se establece la impunidad. Y aclaró que “esta decisión no ayuda para nada a las relaciones entre ambos países”. Es que al no extraditar a Sergio Apablaza el matrimonio Kirchner comete varias torpezas. Primero se coloca por encima de la justicia chilena y no le reconoce seriedad ni garantías para que sean ellos los que digan si Apablaza asesinó o participó del asesinato del senador Jaime Guzman en democracia. Eso solo ya es ofensivo para un país que hace 6 años que viene reclamando la extradición a traves de dos admirables presidentes socialistas como Ricardo Lagos y Michelle Bachellet. Como si esto fuera poco, la gran revelación de las últimas elecciones, el joven socialista moderno y amigo de los Kirchner, Marco Enriquez Ominami que es hijo de un líder guerrillero también se pronunció a favor de la extradición igual que la Corte Suprema argentina y el procurador general de la Nación, Esteban Righi.

Acá mismo, en estos micrófonos de radio Continental tuvimos posibilidad de entrevistar al jefe del Partido Comunista de Chile que repudió aquel atentado terrorista que terminó con la vida de Guzmán. Esto confirma que no hay una persecución ideológica hacia Apablaza. Esto demuestra que la tozudez no es buena consejera en política y menos en política exterior. El senador Andres Chadwick dijo que la decisión del gobierno argentino es de una “insolencia intolerable y una tomadura de pelo”. El canciller Timerman le respondió que no lo conocía y no tiene porque conocerlo. Pero si tiene la obligación de respetarlo. No porque sea primo del presidente ni porque sea presidente de la comisión de Derechos Humanos del Senado. Debe respetarlo porque es un representante elegido por el pueblo chileno. Es la base de la soberanía popular. Y eso no es ninguna payasada.

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