Paz y Salud
Otra vez Botnia. O mejor dicho, otra vez la papelera finlandesa UPM metiéndose como cuña en las relaciones entre dos de los pueblos más hermanos de la tierra.
Otra vez Botnia. O mejor dicho, otra vez la papelera finlandesa UPM metiéndose como cuña en las relaciones entre dos de los pueblos más hermanos de la tierra. Argentinos y uruguayos tenemos la responsabilidad de no chocar otra vez con la misma piedra de la irracionalidad. Hay que apelar al sentido común, la prudencia y la buena voluntad. No sirven para nada las declaraciones cargadas de pólvora y demagogia. Hay que enfriar la cabeza y pensar con el corazón.
Con el tremendo afecto que nos une con los uruguayos desde el fondo de la historia. Hay muchas cosas que deben cuidarse pero hay dos que son fundamentales. La paz en lo colectivo y la salud en lo individual. Ni Pepe Mujica ni Cristina Fernández deben permitir que la tensión y el conflicto sigan escalando y el río Uruguay en lugar de unirnos se transforme en un torrente de odio que nos separe. Intolerancia Cero: esa debería ser la consigna. Cuidar las relaciones y la convivencia pacífica como si fuera de cristal. Caminar sobre algodones. Y en forma simultánea, las más altas autoridades de ambas naciones deben custodiar la salud de la población. Que nada contamine ni afecte el bienestar de ningún ciudadano. Que se cumplan a rajatabla los controles sobre los efluentes y que la sangre jamás llegue al río.
Paz y salud para argentinos y uruguayos. Estos deben ser los pilares sobre los que construir la nueva relación. Para fortalecer los lazos solidarios, para construir mejores puentes y para dinamitar todo tipo de especulación y cerrar todas las trincheras. A partir de ahí, con respeto, con la cabeza abierta para ponerse en el lugar del otro, se puede discutir todo. Estamos ante un choque de derechos que no es fácil resolver.
Esta claro que si el Pepe Mujica autoriza un aumento de la producción de la pastera es porque cree que eso es bueno para su pueblo. Para su recaudación tributaria, para la creación de fuentes de trabajo. Ni la historia del Frente Amplio ni la del Pepe permiten imaginar que hay algo tramposo. Mujica se morirá con la frente alta, las manos limpias y las uñas cortas. Nadie podrá decir jamás que le dio un negocio a un empresario amigo o que cobró una coima.
Esta es la parte en la que nuestro gobierno tiene más dificultades. Por un lado esta muy bien que defiendan los derechos de los habitantes de Gualeguaychú y que hagan cumplir la ley de los tratados internacionales. Ningún entrerriano debe padecer ni un resfrío producto de los desechos de una fábrica.
Pero por el otro, sabemos que el canciller Héctor Timerman no es el mejor ejemplo de profesionalismo sensato. Hoy, el canciller que es el funcionario más irreflexivo del gobierno, le reclama que reflexione y se permite chicanear a Pepe Mujica. Que falta de respeto que atropello a la razón. Muchos uruguayos dicen que por cuestiones electorales se ponen en una postura intransigente con Uruguay pero que son muy laxos y flexibles con otras probables fuentes de contaminación como la mega minería a cielo abierto o pasteras que están en nuestro territorio. Ayer, Timerman habló de los fondos buitres y de no dejarse doblegar por una empresa multinacional. ¿Multinacional como cual? ¿Cómo Chevrón o la Barrick Gold?
Esta columna se propone ser un llamado a la reflexión y a la cordura. No ayuda la declaración de Mujica diciendo que se quedó sin espacio para el diálogo. Siempre hay tiempo para hablar. No ayuda la sobreactuación del canciller argentino con el gobernador Sergio Urribarri al lado hablando de que la decisión uruguaya es “ofensiva e inaceptable”. Repito lo mismo: siempre hay tiempo para hablar. No ayudan los vecinos más intransigentes que integran la Asamblea de Gualeguaychú. Esta muy bien que protesten y que sean celosos custodios del medio ambiente y de la salud de sus familias. Pero siempre debe ser en forma pacífica como finalmente se decidió y jamás cortar los puentes. Aquella experiencia fue nefasta. No hay nada que cortar con los uruguayos. No hay nada que romper. Hay todo para sumar, para multiplicar, para tomarse unos mates y hablar con franqueza como hablamos en familia. Porque eso somos. Integrantes de una gran familia que vive en el mismo barrio y que tiene los mismos amigos y los mismos enemigos. Que nada ni nadie nos divida. No choquemos otra vez con la misma piedra. Hay que custodiar la paz y la salud de ambos pueblos. Y para aquellos que crean que paz y salud son dos palabras vacías de contenido y retórica pura, los invito a pensar como se denomina la situación contraria. Guerra y enfermedad. ¿Hay algo peor?