Pino se planta
Esta vez, Fernando Ezequiel Solanas, mas conocido como Pino, no las tiene fácil en las elecciones porteñas. En los comicios legislativos del 2009 fue la gran estrella que sacó algo más del 24% de los votos.
Esta vez, Fernando Ezequiel Solanas, mas conocido como Pino, no las tiene fácil en las elecciones porteñas. En los comicios legislativos del 2009 fue la gran estrella que sacó algo más del 24% de los votos. Salió segundo a 7 puntos porcentuales de Gabriela Michetti y varios analistas dijeron que hubiera ganado si la campaña duraba una semana más. Por eso Proyecto Sur es la segunda fuerza de la legislatura con 8 bancas detrás del macrismo.
Hoy a Pino las cosas se le están haciendo cuesta arriba. Se planta con firmeza pero lo están sacudiendo los fuertes vientos de la polarización entre Macri y Filmus. En la mayoría de las encuestas aparece en tercer lugar pero no pierde las esperanzas de meterse en la segunda vuelta. Entre sus principales atributos, que rescatan sobre todos los jóvenes, está la honestidad de la gente que lo acompaña como Jorge Selser o Julio Raffo o Alcira Argumedo en la nación.
Se ofrece como el instrumento para castigar a los dos oficialismos por igual. Al gobierno de la ciudad de Macri y el gobierno nacional de Cristina representado por Filmus. Acusa a ambos de estar vinculados a casos de corrupción, al jefe de gobierno en la obra pública local y al senador, por los escandalosos casos (entre otros) de Sergio Schoklender en la construcción de viviendas populares de la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo. Pino es creativo en su modesta campaña publicitaria callejera y defiende a muerte el rol del estado sobre todo en lo que tiene que ver con la energía, el transporte y el medio ambiente.
Es un gran polemista que sabe generar interés en la televisión pero se fue desinflando en las últimas semanas producto de varias decisiones erráticas que tomó respecto de sus aliados del Frente Amplio Progresista y de la designación para distintos cargos de históricos y probados militantes pero de un escaso nivel de conocimiento público.
Fue un defensor muy cerrado de sus compañeros de ruta y eso lo dejó en una posición un tanto sectaria respecto de cuadros que le hubieran aportado mayor popularidad y prestigio como Victoria Donda o mayor imagen de gestión como Graciela Ocaña por poner solamente dos ejemplos. Le ha costado mucho instalar un discurso que acompañe la crítica implacable de lo que se hizo para proponer con claridad lo que haría en caso de llegar al gobierno.
Careció de un mensaje tranquilizador hacia los vecinos cuya principal preocupación, por lejos, es la inseguridad. En un electorado bastante refractario al peronismo aunque lo suficientemente progresista como para haber consagrado a Alfredo Palacios en su momento y a Aníbal Ibarra hace poco, supo construir una imagen de peronista honrado sin caer en las transas ni en el aparatismo del Pejota. Su trayectoria profesional como cineasta es impecable, coherente y atractiva.
Eso también le sumó puntos a su buena imagen. La debilidad de los dos partidos mayoritarios en la ciudad lo beneficia aunque su nivel organizativo es todavía incipiente. Aparece como un hombre de la izquierda democrática contra el falso progresismo de los K y aspira a formar un Frente Amplio de la rebeldía como el uruguayo del Pepe Mujica. Por ahora, el frente fue mas estrecho de lo esperado. Muchos ciudadanos lo ven más legislativo que ejecutivo.
Por eso su intención de voto aumenta entre los vecinos mas politizados y baja entre el ciudadano menos interesado en la ideología. Pero no pierde los sueños ni se rinde. Está fuertemente enraizado con el electorado porteño y es de buena madera. Sabe que la cosa no viene fácil. Pero espera erguido y bien plantado. Como un Pino.