La detención de Rubén “El Pollo” Sobrero y otros cuatro dirigentes sindicales de izquierda es un hecho de suma gravedad. Es una información de alto impacto, sean ciertas o no las acusaciones de liderar una asociación ilícita para quemar vagones del tren. Si es verdad, estaríamos ante una novedad absoluta porque a lo largo de la historia reciente sabemos que esos militantes clasistas o antiburocráticos no tienen un solo antecedente de utilizar el sabotaje como arma de protesta.

Son combativos en sus reclamos de mejoras salariales y laborales en su pulseada con la empresa y denuncian por enriquecimiento ilícito a las patotas gremiales como ocurrió en el asesinato de Mariano Ferreyra y que llevaron a la cárcel a José Pedraza. La destrucción de los trenes no forma parte de su práctica sindical. Los consideran su herramienta y su fuente de trabajo. Todo lo contrario, suelen pelear para que esos vagones sean cada vez mas modernos, confortables y eficientes. Por eso le digo que si llegan a ser verdad las acusaciones, sería una situación inédita.

Porque ellos en general, se organizan en cuerpos de delegados, cortan vías, hacen paros, movilizaciones, participan legalmente en las elecciones y algunas veces las ganan como en el caso de Sobrero pese a todas las zancadillas y chicanas administrativas que les ponen el sindicalismo que vive en concubinato con la patronal. Ni rompen ni queman nada.
 
Por eso cuesta tanto creer lo que dijo el juez de la causa, lo que el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, avaló desde el gobierno kirchnerista y lo que los periodistas oficialistas se encargaron de potenciar. Si llega a ser mentira, si se comprueba que Sobrero y sus compañeros son inocentes y no tienen nada que ver con el incendio de los trenes la cosa sería mucho mas grave todavía. Estaríamos ante la presencia de un atropello y un abuso del estado. Ante un claro caso de intimidación y persecución política. Porque Sobrero fue detenido en un operativo ejecutado por policías de civil, porque lo encarcelaron un viernes para que se coma adentro todo el fin de semana y porque ni ropa interior le dejaron llevar a su esposa con la excusa de que estaba incomunicado. Lo tienen esposado en un calabozo.

Rubén Sobrero actúa a la luz pública, trabaja, habla con los medios. Nada hacía imaginar que no concurriera a la justicia ante una simple citación. Y mucho menos que se fugara. Sin embargo fue tratado casi como un peligroso asesino. Las presuntas pruebas que publicaron los medios adictos al gobierno son sumamente frágiles, flojas de papeles. Veremos si aparecen otras evidencias más concretas y creíbles para justificar semejante operativo de detención y tamaña acusación de asociación ilícita. Veremos. Por ahora es tan extraño e inesperado todo que generó reacciones muy dispares.

Hugo Moyano y la CGT salieron a decir que hay una campaña contra los sindicalistas. Algunos dicen que es una forma de abrir el paraguas para cuando la justicia intente detenerlo a él por causas de corrupción muy graves. Otros dicen que es cierto. Que la justicia, por una cuestión de discriminación, mete preso mucho más rápido a los gremialistas que a los ex funcionarios como Ricardo Jaime o a los kirchneristas como Sergio Schoklender que tienen fundadas acusaciones por corrupción.

Nobleza obliga, esto también es cierto. Pero no hay que olvidar que entre los integrantes del movimiento obrero que están detenidos aparecen millonarios que no pueden explicar su patrimonio como Juan José Zanola y José Pedraza y que están implicados en situaciones de hipercorrupción como la mafia de los medicamentos o con el crimen del joven del Partido Obrero. La verdad hay que decirla en toda su dimensión. Hay que estar muy atentos al curso de esta causa. Es muy probable que Rubén Sobrero quede preso.

Si el juez se basa apenas en las acusaciones tardías de dos marginales y no tiene pruebas más contundentes ni videos ni audios que lo comprometan para privarlo de la libertad, sería un verdadero escándalo. Por eso es muy importante y grave en ambos casos. Si Sobrero es culpable o si es inocente. El juez dice que puso toda la carne en el asador. Pero hay un pollo a la parrilla. Uno de los dos se puede quemar.