Un grupo de 26 amantes secretas de sacerdotes solicitaron al papa Francisco que ponga fin al celibato impuesto al clero, pidiendo también una audiencia con el jefe de la Iglesia Católica para poder contarle de sus experiencias personales "en nombre de tantas que viven en el silencio".
"Querido papa Francisco, somos un grupo de mujeres de todas partes de Italia (y de más allá) que le escribe para romper el muro de silencio e indiferencia con la que nos encontramos cada día" porque "las consecuencias son igualmente devastadoras y a menudo sigue siendo una cicatriz de por vida para ambos. Las alternativas son el abandono del sacerdocio o de la persistencia de la vida en una relación secreta", dice la carta.
"Algo podría cambiar, no sólo para nosotras, sino también por el bien de toda la Iglesia", porque, explican, "un sacerdote que no tiene que renunciar a su vocación para vivir el amor como hombre casado y que cuenta con el apoyo de su esposa y sus hijos podría servir mejor a Jesús y a la comunidad", argumentan las mujeres. Todas informan en la carta de sus nombres y el lugar en el que viven.
Más adelante, admiten a Francisco que "aman a estos hombres, y ellos nos aman, y pese a poner toda nuestra voluntad no logramos cortar un nexo tan sólido y bello que, desafortunadamente, conlleva el dolor de ser vivido plenamente, que lacera el alma".
La misiva termina con un "Gracias Francisco, esperamos que bendigas con el corazón nuestros amores donándonos la alegría que un padre quiere para sus hijos: ¡vernos felices!"
Francisco, quien en el pasado reconoció haberse sentido "deslumbrado" por una joven durante sus años de seminarista pero que finalmente prevaleció el llamado religioso, no se ha referido al tema del celibato, pese a los múltiples pedidos de que este sea revisado.
Hace unos años, cuando todavía era el cardenal Bergoglio, dijo compartir la postura del entonces papa Benedicto XVI acerca de la importancia de mantener el celibato.
Sin embargo, el pasado año, a semanas de haber sido designado secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin dijo que el celibato no era “ un dogma de la Iglesia”, sino un precepto que se puede discutir y que era uno de los "desafíos" del papado de Francisco