En películas como War Games (Juegos de Guerra), el mundo se salva en el último minuto. Justo antes de que se desintegre por un cataclismo. La realidad es diferente, por más que Donald Trump y Kim Jong-un se jacten de sus arsenales nucleares. La realidad, auscultada por la Universidad Michigan Tech, dicta que, de estallar una guerra nuclear, el principal perjudicado sería el país agresor. “Una nación dispuesta a usar su armamento nuclear contra otra debe determinar si tiene la capacidad de sobrevivir a los problemas que ella misma está provocando”, concluyen los profesores Joshua Pearce y David Denkenberger.