Rodrigazo en cuotas
El gobierno de Cristina está atravesando por uno de los peores momentos económicos. Las señales son inquietantes. Está claro que no hay un plan, que nunca hubo ministro y que no hay decisiones estratégicas que marquen un rumbo claro.
El gobierno de Cristina está atravesando por uno de los peores momentos económicos. Las señales son inquietantes. Está claro que no hay un plan, que nunca hubo ministro y que no hay decisiones estratégicas que marquen un rumbo claro. Todo es coyuntura. Todo es para apagar los incendios y en muchos casos apelan a la nafta para hacerlo. El verdadero desastre que el gobierno armó con el cepo cambiario es una suerte de selva impenetrable de la que es casi imposible salir. Por eso la economía aparece atrapada sin salida. Corren versiones de todo tipo, hasta las más insólitas.
Todos los días, Cristina corre detrás de los acontecimientos, tapando agujeros en un momento donde el mundo está pidiendo a gritos todos los productos que tiene Argentina. Fue buena la frase que cité hace poco de un economista: “Llueven dólares en el mundo y este es el único país que se muere de hambre”.
El dinero está barato, casi regalado y en Argentina las inversiones se cayeron a pique. Hay pocos empresarios dispuestos a enterrar millones de dólares sin reglas del juego claras y con la arbitrariedad permanente y la patota cotidiana como norma. La huida de la empresa Vale de Argentina es una luz de alerta roja. Miles de puestos de trabajo a la basura y se trata de una compañía de Brasil, con el estado como socio y eso que nuestro principal socio estratégico. Las peleas entre los responsables de ejecutar medidas muchas veces contradictorias entre si son cada vez mayores. Cristina en lugar de diseñar un camino somete a los funcionarios a una suerte de careos que incluyen reclamos y búsqueda permanente de culpables en lugar de soluciones.
Guillermo Moreno, Axel Kiciloff, Ricardo Echegaray, Hernán Lorenzino y Mercedes Marcó del Pont andan de aquí para allá, como bola sin manija, viendo como la construcción y la actividad inmobiliaria fueron reducidas a cenizas mientras el dólar sigue descontrolado asustando a medio mundo. Nadie quiere tener pesos en el bolsillo. Todas las variables demuestran los desajustes del modelo. La moratoria lanzada por la AFIP es otra demostración de la desesperación que el gobierno tiene por encontrar fondos. Igual que en el tema del apriete al campo para que venda una soja que no está. Buscan soja hasta debajo de la alfombra y solo encuentran la basura que el propio gobierno ocultó. El agujero energético nos va a costar más de 12 mil millones de dólares a todos los argentinos.
La inflación sigue siendo un cáncer que el gobierno ignora. Y ya se sabe que pasa con los cuerpos que ignoran una enfermedad terminal como esas. Los cuerpos sociales sufren de la misma manera. Uno podría preguntarse: ¿Dónde está el piloto? ¿Quién manda en la economía? ¿Cuál es la ventanilla de reclamos? Porque desde que Cristina llegó al poder no solucionó ninguno de los problemas y por el contrario, los multiplicó y profundizó. Un economista serio y respetable, el padre de la salida del infierno como Roberto Lavagna, tuvo una definición que no produjo el suficiente escándalo: estamos viviendo un Rodrigazo en cuotas. Eso es demoledor como diagnóstico. Y que no lo corran por izquierda porque Lavagna no es ni propone salidas neoliberales ni ortodoxas.
Todo lo contrario: propone racionalidad y sentido común. Y que Cristina tampoco venga con el cuento de que el mundo castiga a la Argentina porque es un modelo exitoso. No es por la ideología que no vienen a invertir. Bolivia y Ecuador que están claramente a la izquierda del modelo argentino reciben más inversiones. Aquí no vienen porque hay demasiadas reglas no escrita, porque estamos desbordados de arbitrariedades y volantazos y porque todos los días hay una nueva reglamentación discrecional. Esta es la verdad.
Se frenó el empleo y en muchos casos se destruyeron puestos de trabajo. No hubo reformas de fondo ni en lo impositivo ni en lo financiero. La desigualdad social sigue vivita y coleando.
Abunda la mala praxis, las medias caprichosas y poco profesionales y un voluntarismo insólito. Es una verdadera lástima porque el viento de cola sigue fuerte. Deberían sacarle el freno de mano al país y mantener derecho el volante. El planeta esta lleno de posibilidades para Argentina. Cristina habla de década ganada. Pero se parece más a una oportunidad perdida.