Un año sin Tomás
Hace un año se fue el mejor de nosotros. Hace un año un maldito cáncer se llevó a Tomás Eloy Martínez, que entre otras cosas, fue el responsable de elevar la crónica periodística a la categoría de bellas artes.
Hace un año se fue el mejor de nosotros. Hace un año un maldito cáncer se llevó a Tomás Eloy Martínez, que entre otras cosas, fue el responsable de elevar la crónica periodística a la categoría de bellas artes. Tomás fue maestro de periodistas, un ebanista del abecedario que supo utilizar la palabra para generar belleza y para buscar la verdad. Siempre tuvo una mirada crítica y combatió los autoritarismos y por eso tuvo que marchar al exilio.
Un milagro lo salvó de que lo secuestrara la tenebrosa Triple A de su archienemigo José López Rega. Incluso, avanzada la democracia, tuvo que derrotar en la justicia al general genocida Antonio Domingo Bussi que lo había querellado, confirmando que la Argentina muchas veces, es el mundo del revés. El terrorista de estado de Luciano Benjamín Menéndez ordenó que su rigurosa investigación titulada “La Pasión según Trelew” fuera parte de una fogata que hizo con muchos libros en el patio del Tercer Cuerpo de Ejército.
Siempre digo que si un periodista tuviese que leer un solo libro yo le recomendaría “Lugar común, la muerte”. Es un ejemplo creatividad y precisión informativa puesto al servicio de un texto. Tomás Eloy fue el capitán de aquella nave de los sueños del periodismo argentino que fue la revista Primera Plana. Fue en su tapa donde un tal Gabriel García Márquez empezó a hacer conocer su mitológico libro “Cien años de soledad”.
Así empezó su relación de amistad con el premio Nóbel de literatura. Tomás Eloy instaló el concepto de “ficciones verdaderas” para hacer mas cierto el periodismo y mas bella la escritura. Pudo integrar como pocos la información y la magia. Entrevistó a Perón en Puerta de Hierro. Le atravesó la investigación histórica y produjo “La novela de Perón” y “Santa Evita” que lo convirtió en el novelista argentino mas traducido de todos los tiempos.
Inventó y dirigió Telenoche, el suplemento cultural de La Opinión, hizo un master en literatura en Paris, fue profesor en universidades de los Estados Unidos y columnista del New Tork Times y El País, diario que lo premió con el “Ortega y Gasset” a la trayectoria profesional.
En el discurso de apertura de la Feria del Libro del 2006, Tomás Eloy fue muy duro e irónico con el presidente Néstor Kirchner :” La presencia de un jefe de estado en un acto como este es insustituible”, dijo desde el escenario. Y después propuso crear otra vez el país pero a partir de los libros. Sarmientinamente sugirió apagar con civilización los fuegos de la barbarie pasada. Y dijo que con el poder iletrado es imposible dialogar. Solo hay órdenes, subordinación y monosilabos.
Estamos transitando momentos difíciles para ejercer el periodismo independiente. Las profundas convicciones de Tomás Eloy Martinez nos pueden servir como estandarte. El escribió que “El periodismo no tiene porque conciliar con nada ni con nadie. Su misión es en eso idéntica a la del artista: revelar los abismos y las luces mas secretas del hombre, agitar las aguas, estimular la imaginación, provocar el cambio, luchar sin sosiego para que las perezas y los conformismos que adormecen la inteligencia sean derribados con el mismo estrépito liberador que hace tres milenios hizo caer las murallas de Jericó.
Si el periodista concilia, si transa con el poder, si se vuelve cómplice de la mentira y de la injusticia, no solo está traicionándose a si mismo, traiciona sobre todo la fe que el lector ha puesto en el y con eso destroza el mejor argumento de su legitimidad y el único escudo de su fortaleza”. Tomás Eloy Martínez tenía 75 años cuando dijo basta. Hoy empiezo un nuevo año profesional y si sus hijos me lo permiten me gustaría rezar ante su altar una plegaria laica por la libertad de todos. Me gustaría inclinarme respetuosamente y encomendarme a Santo Tomás del Periodismo. A su recuerdo, a su ética y a su talento.
Martinez, Menéndez, García Márquez