“Blanco nocturno” es una novela policial que gira en torno del asesinato de un puertorriqueño en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires. Tony Durán es un mulato refinado y apuesto, que llega al país precedido por una fama de juergas y tríos escandalosos con las hermanas Belladona, mellizas idénticas, hijas del hombre fuerte de aquel pueblo y nietas del fundador.

La trama policial, por supuesto, es lo de menos. La mirada de Piglia sobre ese pueblo es lo que importa, la construcción social que rige sus vidas, la historia de la familia Belladona, las mellizas provocadoras, los dos hermanos varones, Lucio y Luca, las dos madres, la irlandesa y la otra, el comisario, el fiscal y el cuidador de caballos de un pueblo vecino: en resumen una radiografía de la pampa argentina hacia fines de la década del setenta vista por un periodista porteño que fue a investigar el asesinato de un ciudadano estadounidense. Allá lejos, en otro mundo, está la ciudad de Buenos Aires.

Piglia es un extraordinario narrador que todo el tiempo presta atención a las palabras con que se expresan sus personajes, y las comenta. Fiel a su estilo, antes criticado y hoy celebrado, mantiene una distancia constante con el lector y lo ametralla con notas al pie: datos históricos o geográficos, recortes periodísticos, anécdotas pertinentes, estadísticas, observaciones del periodista porteño o fragmentos del texto fundacional de Luca Belladona. Es Luca, y no Tony Durán, el verdadero protagonista de la historia, y su “fábrica” es el nudo filosófico y moral de la novela.