Una de los textos más bellos y profundos que leí sobre la patria le pertenece a Julia Prilutzky Farny, una poetisa ucraniana, naturalizada argentina. Dice así: “Allí donde partir es imposible/ donde permanecer es necesario/Donde nunca se está del todo solo / donde cualquier umbral es la morada/ Allí donde se quiere arar y dar un hijo/ Allí donde se quiere morir… allí esta la patria”.

¿Qué significa ser independiente hoy? ¿Cuál es el contenido patriótico y ciudadano del día de la independencia nacional? Si nos miramos en el espejo de aquellos hombres hay que decir que el apellido de la independencia es la libertad. Y que hoy mas que nunca deben ser los pilares de una sociedad mejor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Un país mejor, más justo, más igualitario, con menos pobres y desocupados y con más honradez y diálogo. Un país en el que solo queden afuera los corruptos y los golpistas. ¿Es tan difícil comprender lo simple? Millones de argentinos de buena voluntad quieren construir ese país. Con el respeto sagrado a la división de poderes para no pisotear la Constitución que es nuestra Biblia laica. Eso es independencia. No depender de nadie, no ser cliente de nadie y no dejarse extorsionar por nadie. Salir a la calle a trabajar, a estudiar o a pasear con nuestras familias y que no tengamos miedo de ser asaltados en pleno día o a que desvalijen nuestra casa mientras no estamos. Eso también es independencia. Opinar con respeto absolutamente de todo, con independencia de criterios, sin tutelajes ni censuras y sin que te manden la AFIP o los servicios de inteligencia para castigarte.

Así de simple y de complejo.

A las dos de la tarde de un día como hoy pero de hace 197 años, empezaba a funcionar el Congreso de Tucumán que sancionaría nuestra gloriosa y ansiada independencia. Por eso hoy es el día más importante de la patria. El día del parto. El alumbramiento de esto que somos. Hoy recordamos el día más feliz de la historia de los argentinos. Nacimos como Nación. Dimos a luz.
Ojalá la patria tenga todos los días felices que le deseamos, cada vez que decimos con orgullo: Feliz día de la patria.

De una vez por todas tenemos que tomar conciencia de la patria que tenemos y ponernos a edificar la patria que queremos. Uno piensa en tantas fracturas sociales que estamos padeciendo y se preocupa. ¿Podremos sintetizar todas esas diferencias para pensar como una Nación? ¿Seremos capaces de respetar la diversidad de las miradas y las verdades sin perder la unidad como patria? ¿Podremos abrazarnos en cada logro colectivo y social como lo hacemos con los triunfos deportivos? Si queremos esa patria, se me ocurren tres compromisos básicos que debemos asumir.

1) Extirpar el cáncer de la intolerancia de nuestro cuerpo social antes que haga metástasis y se convierta en odio eterno. Comprender que la diversidad de miradas es un activo, que el pensamiento del otro nos hace mejores y que no es un enemigo el que piensa distinto. Debemos disfrutar de ese aprendizaje permanente que es la convivencia pacífica entre nosotros y con otros pueblos del mundo.
2) Ser solidarios hasta que duela, como decía la madre Teresa. Comprender que nuestro vecino es nuestro hermano, nuestro compañero de ruta, la persona con la que debemos edificar, codo a codo, un mejor barrio, una mejor ciudad y un mejor país que lata con orgullo en nuestro pecho. Ojo que no hablo de caridad, hablo de justicia social. De igualar las oportunidades educativas para lograr esa famosa movilidad social ascendente que nos hizo reconocidos en el mundo.

3) Pensar la patria no solo como padre. Como pertenencia. Una patria que no sirva como escudo de los fanáticos y mentirosos. A esos que dicen que hacer patria es matar a alguien. A esos que Dios y la Patria se lo demanden. Que sean expatriados y nunca repatriados. Yo no quiero la patria dividida en adjetivos ni en corporaciones. Que sea la patria de nuestros padres y la de nuestros hijos. Que los patriarcas nos ayuden. Que nos sostengan como lo vienen haciendo desde el origen de la patria en aquella Plaza de Mayo o en la casa tucumana de doña Francisca Bazán.

Por eso declaramos solemnemente “a la faz de la tierra” nuestra voluntad de ser “una nación independiente” del rey, de sus sucesores, de la Metrópoli y “de toda dominación extranjera”. Hacía tiempo que lo venían reclamando nuestros padres fundadores. Hoy también deberíamos sembrar más ciudadanos patriotas para cosechar gobernantes más ciudadanos. Para lograr la patria que soñamos. Sin déspotas ni cadenas.