La batalla terminó. Una Copa Davis maravillosa vivimos en el Estadio Olímpico de La Cartuja. Del 0-2 inicial nos colocamos 1-2 con la soberbia actuación del dobles y llegamos al gran match entre Juan Martín Del Potro y Rafael Nadal.

España es un digno campeón, un campeonísimo! Un equipo con el mejor jugador sobre polvo de ladrillo de toda la historia del tenis y otro que se le acerca en efectividad, en garra, en lucha. David Ferrer aportó lo suyo al ganarle a Delpo el punto clave de la serie. En viernes había varios bajoneados, especialmente el conjunto albiceleste, ya que pegaron fuerte las dos derrotas de la primera jornada. Pero ayer todo renació, con la solvencia de David Nalbandian y Eduardo Schwank. Y hoy el estadio vibró, con el partidazo que jugaron Delpo y Rafa.
 
El público argentino deliró, dio una gran muestra de apoyo incondicional a un representativo. Pocas veces se vio en Copa Davis un aliento como el que observamos en Sevilla. Por momentos fue muy emocionante.

El tandilense estuvo cerca. Le jugó de igual a igual a Nadal, en su casa, en su tierra, en su cancha, con todo a favor del jugador nacido en Manacor. Fue increíble ver el despliegue de Del Potro, fue conmovedor la manera en la cual le pegó a la pelota. Logró unos winners formidables, con su derecha que hizo estragos en el ánimo de Nadal. Por momentos lo vapuleó, por instantes lo pasó por arriba, pero siempre aparece la capacidad de Rafa, su físico conmovedor para correr todas...hasta las que se van afuera.

Lo del equipo argentino es muy dino también. Un papel notable para alcanzar otra final, después de un buen año, coronado con una brillante actuación en semifinales contra Serbia, en carácter de visistantes.

Hay que esperar un poco más. Paciencia. Ya se va a dar. Hay equipo para ganar la Copa Davis y Argentina se lo merece.
No pudo ser en Sevilla, pese al esfuerzo. No pudo ser sobre las aguas del Guadalquivir...quizás la ganemos sobre el Río de la Plata.