Duro golpe en el debut: como visitante, Boca perdió 2 a 0 con Deportivo Cali
El conjunto argentino tuvo un rato de dominio en el inicio pero luego perdió completamente el control, dejó crecer al rival y se le escapó en la segunda mitad.
La derrota es dura por la complejidad del grupo que le tocó, pero, sin dudas, lo que más preocupa en Boca es el rendimiento. El equipo de La Ribera jugó un pobre partido ante Deportivo Cali, hizo muy poco para ganarlo y en un ratito lo perdió. Fue 2 a 0 en favor del conjunto colombiano, con tantos de Guillermo Burdisso y John Vázquez
El Xeneize controló la pelota durante los primeros minutos. La distribuyó con Jorman Campuzano y Óscar Romero, y jugó mucho con Exequiel Zeballos a la espalda de Aldair Gutiérrez. Por ese sector llegaron las primeras acciones de riesgo, aunque los remates del joven delantero no fueron del todo bueno.
Pero eso le duró poco. Enseguida, Campuzano fue más tomado por los volantes del conjunto colombiano y otros mediocampistas como Cristian Medina comenzaron a perder la pelota con reiteradas imprecisiones. Lentamente el equipo argentino perdió el control.
Sobre el final de la primera mitad el local dejó una mejor imagen, aunque el conjunto que dirige Sebastián Battaglia, generó chances de contraataque.
La jugada de mayor riesgo para el equipo de Cali fue a partir de un error de Agustín Rossi. Teófilo Gutiérrez lanzó un pase largo que le caía a las manos al arquero argentino, pero se apuró, intento salir a rechazar de volea y lo hizo mal. Dejó la pelota muerta por detrás de la línea de su cuerpo, pero el atacante Yony González, que fue muy rápido para llegar a esa posición, fue extremadamente lento para definir. Intentó acomodarse una y otra vez para rematar de derecha hasta que la perdió.
La opaca primera mitad se cerró con una incidencia que pudo hacer aún más compleja la travesía boquense. Darío Benedetto le aplicó un planchazo descalificador a Aldair Rodríguez que debió significarle una tarjeta roja. El arbitro, Jesús Valenzuela, evitó expulsar al delantero y sólo lo amonestó.
En el complemento continuó una dinámica similar: el equipo local con manejo de pelota y terreno pero sin peso ofensivo y el conjunto argentino parado para el contraataque, aunque con una sensación de menor riesgo que antes.
El DT Xeneize mandó a la cancha a Alan Varela en lugar de Jorman Campuzano. El joven mediocampista le dio otro manejo en el medio, pero sus participaciones fueron intermitentes y no pudieron encender al resto de sus compañeros que fallaron muchos pases sencillos, lo cual impidió cualquier intento de ataque colectivo.
Finalmente, a pesar de su poco poder en ataque, el local consiguió la ventaja. Logró opacar ese defecto mediante una gran acción de pelota parada. Kevin Velasco ejecutó un tiro libre desde la derecha con su pierna izquierda y envió un remate fortísimo. Burdisso la desvió de cabeza en el camino y colocó la pelota contra el segundo palo. A esa altura, la ventaja no era un despropósito.
Boca nunca asimiló el golpe y la pelota continuó en poder del Deportivo Cali. A falta de 10 minutos, el dueño de casa estiró la ventaja. Yimmi Congo le puso un pase genial de tres dedos a Velasco, que otra vez fue clave. El zurdo desbordó con una facilidad notable a Jorge Figal, que había entrado sobre el final del primer tiempo por Carlos Zambrano, y envió un centro atrás para que la empuje Vázquez.
Tras los tantos, el Xeneize mostró su peor versión. No tuvo creatividad y su empuje fue casi por compromiso, pero en ningún momento inquietó. El problema siempre parece ser el mismo: no existe ningún tipo de potenciación colectiva. No muestra acciones mecanizadas, respuestas ensayadas, ni un vínculo natural entre sus futbolistas encargados de la creación.
El entrenador no consigue darle al equipo una línea de juego ni una conducción firme que tenga un camino marcado y, en ese contexto, cada vez que le faltan individualidades de peso, como en este caso Carlos Izquierdoz, Marcos Rojo y Sebastián Villa, Boca queda en deuda. Ahora, además, afronta una competencia exigente y le tocaron rivales complejos. Con lo de siempre, pero sin los de siempre, no le alcanza.