Juntos... Hasta en los Juegos Olímpicos
Como una tela de araña, los lazos familiares se tejen con hilo fino pero consistente. Y esa unión llega en algunos casos hasta los Juegos Olímpicos. Hermanos, padres e hijos o parejas comparten desazón y alegría, tienen un mismo lenguaje y una misma meta. Así, todo queda en casa.
Aunque no practiquen la misma disciplina, deportistas de la misma familia están ligados por horas de entrenamiento, dedicación y esfuerzo por alcanzar el gran objetivo: alzarse con una medalla.
Momentos de entusiasmo, de adrenalina desbordada, de efusión incontrolada que a veces desemboca en una relación. Hay historias de amor que ya llegan consolidadas y otras que nacen en el fragor de los juegos. Los días de competición son intensos, pero las noches de la villa olímpica, según cuentan entre sonrisas quienes las viven, también.
Una de las anécdotas más inolvidables se vivió en México en 1968. Allí, la gimnasta checoslovaca, Vera Caslavska, que había sido campeona olímpica en Tokio 64, logró cuatro medallas de oro. Su periplo mexicano terminó en la basílica de Guadalupe, donde contrajo matrimonio con su compatriota Josef Odlozil, campeón de Checoslovaquia en 1.500 metros que también compitió en esos Juegos.
Más próximo en el tiempo está el matrimonio entre el tenista Roger Federer y la también tenista Mirka Vavrinec quien, ahora retirada, es su representante y portavoz. Se conocieron durante los Juegos Olímpicos de Sydney, en el año 2000. Pasaron por el altar en 2009 y tienen mellizas.
CORREDORES DE FONDO.
El chileno Gert Weil, diploma olímpico de lanzamiento de peso en Seúl 88, y la colombiana Ximena Restrepo, bronce en 400 metros lisos en Barcelona 92, llegaron como matrimonio a Atlanta 96, unos juegos que marcaron el final de ambos en la alta competición.
Tan unidos como ellos, el matrimonio formado por los kenianos Joyce Chepkirui y Erick Kibet compiten juntos en los maratones y, la mayoría de las veces, ambos ganan medalla en su correspondiente categoría.
Apoyo mutuo es el que se profesan la velocista colombiana Digna Murillo y su esposo, el defensa colombiano del Atlético de Madrid, Luis Amaranto Perea. Una vez más deporte y amor en combinación perfecta.
VÍNCULOS ESTRECHOS.
El vínculo entre un entrenador y un deportista es tan estrecho que la confianza es importante. Hay padres que no dudan en entrenar a sus hijos, como fue el caso en su día del atleta Jesús Carballo, o lo es hoy el de la atleta croata Blanka Vlasic, a quien entrena su padre Josko.
Al gran Rafa Nadal le prepara su tío Toni. Una figura importante en la vida del que llegó a número uno del tenis, ganador de seis Roland Garros y medalla de oro en los juegos de Pekín 2008. La confianza y la cercanía del ser querido es algo que también valora la pertiguista brasileña Fabiana Murer, bajo las órdenes de Elson Miranda, su esposo.
Aunque no han coincidido en la pista, el argentino Daniel Castellani, que integró el equipo de voley masculino que obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, traspasó su pasión por este deporte a su hijo Iván. El joven forma parte actualmente de la selección argentina.
DESDE LA CUNA.
Un amor fraternal es el que se profesan los gemelos chilenos Yerko y Edward Araya, de 25 años. El primero es especialista en 20 kilómetros marcha y el segundo en 50 kilómetros. Participaron en los Juegos Panamericanos de Guadalajara que se celebraron en México en 2011, país al que se trasladaron hace algunos años, para, con mucho esfuerzo, poder lograr su sueño.
"Nuestra historia comenzó con el entrenador Guido Núñez. Practicamos varias pruebas hasta que nos quedamos en la marcha. Ahora entrenar juntos nos ayuda a no estar solos en esos días de distancias muy largas", asegura Yerko, pura energía de este tándem que lidera Edward, más disciplinado y con madera de líder.
A FLOTE.
La pasión por el agua hizo que los brasileños Felipe y Ricardo Perrone consiguieran hacer que su vida flotara con el waterpolo. De la misma manera que Luis Ricardo y Susana Escobar, también hermanos, en este caso mexicanos, que se han pasado media vida en una piscina.
Los brasileños Diego y Daniele Hipólito han dedicado parte de su existencia a la gimnasia. Mientras los baloncestistas españoles Pau y Marc Gasol, que juegan en Los Ángeles Lakers y los Grizzlies de Memphis, respectivamente, han hecho de su aventura americana una escuela a seguir para los más jóvenes. También han pisado la misma cancha Alfonso y Felipe Reyes, el segundo llegó al Real Madrid de baloncesto para cubrir la plaza que dejó vacante la retirada de su hermano.
Los hijos del ciclista Johny Schleck tenían difícil dedicarse a otra especialidad que no fuera las dos ruedas. Andy y Frank Shleck mantienen una sólida carrera sobre la bicicleta.
Los ecuatorianos Franklin y Martha Tenorio han hecho del maratón la carrera de su vida. Él intenta culminar su sueño con su participación en los juegos de Londres.
LAS CASAS REALES TAMBIÉN.
Las casas reales y su afición al deporte no se han mantenido al margen de las sagas deportivas y, aunque en algunos casos sus integrantes no han participado en los mismos juegos, lo cierto es que la vinculación al deporte ha sido estrecha y compartida.
La segunda hija de la reina de Inglaterra, Ana, excelente amazona, conoció a su primer esposo, con motivo de la selección del equipo británico de hípica para participar en los Juegos Olímpicos de México 68, en los que Mark Phillips fue suplente. El que fuera su marido hasta 1992, también compitió en Munich 72, donde obtuvo la medalla de oro en la prueba hípica de resistencia; mientras que la princesa lo hizo en 1976, en los Juegos Olímpicos de Montreal (Canadá).
El rey Juan Carlos de España participó también en la edición de Munich 72 en la clase "dragón" de vela y su esposa, la reina Sofía, lo hizo años antes en la misma disciplina en Roma 60, representando a Grecia. La afición por el mar y la vela de los reyes españoles ha continuado en sus hijos.
Así, Felipe de Borbón, el Príncipe de Asturias, fue abanderado de la selección olímpica española en los Juegos de Barcelona 92, donde participó en vela en la clase Soling quedando en sexta posición.
Su hermana, la infanta Cristina compitió, también en vela, en los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Y otra cita olímpica, Atlanta 96, marcó la vida personal de la hija del rey al conocer a su esposo, el jugador de balonmano Iñaki Urdangarín.
El deporte une de una manera o de otra a los seres humanos y toda una constelación de relaciones entra en juego en Londres 2012.
Por Inmaculada Tapia.