La emotiva carta de una hincha de San Lorenzo que perdió a su padre en el partido
Víctor Hugo leyó la carta que escribió Lucía Bodo, en la que relató los últimos minutos de vida de Juan Carlos, su padre. En pleno juego de Semifinal ante los bolivianos.
Una carta difundida en el medio Mundo Azulgrana emocionó hasta las lágrimas a cada uno de los simpatizantes de San Lorenzo. Lucía Bodo, socia del conjunto de Boedo, escribió una conmovedora carta en la que relató los últimos instantes de vida de su padre Juan Carlos, justo en el Nuevo Gasómetro el día que el "Ciclón" recibió a Bolívar por la Semifinal de la Copa Libertadores. Luego del tanto de Juan Mercier comenzaron los dolores en el pecho y debió ser asistido por una ambulancia. Increíblemente, atinó a decir "mejor así" cuando le avisaron del cuarto tanto en el encuentro, para después fallecer en el hospital.
Mi viejo no lloraba nunca, aunque últimamente con sus problemas de salud, más de una vez lo vimos lagrimear. Sin embargo, no sentía vergüenza de hacer pucheros y dejar caer las lágrimas ante un resultado agónico, una clasificación épica o un éxito social como el día en que volvimos a Boedo.
Mi viejo era quien quería ser ahí, solo ahí, en la butaca 20 de la fila 7 del sector preferencial en la platea Sur. Y yo, su hija del medio, fui la única testigo de eso por años.
El miércoles 23/07, luego de más de 1 mes de vigilia y ansiedad por ver a su San Lorenzo querido al fin en la semifinal de una Copa Libertadores, fuimos a la cancha como lo hemos hecho cada vez durante estos 12 años. Tuve la suerte, profunda suerte, de que nos abrazáramos 3 veces en la misma noche: la primera en el gol de Matos, la segunda en el de Emanuel Mas y la tercera con la definición del Pichi Mercier. Esa tercera, yo no lo sabía y el tampoco, sería la última.
En el 3-0 me dijo que se sentía mal y que iba al baño. Lo seguí. Lo seguí por esas cosas de la vida, porque cada vez que fue al baño siempre me decía que me quedara sentada. Pero esta vez lo seguí. Ya en el entrepiso de la Sur, se sentó en el suelo y con una cara de preocupación rara me dijo que le dolía el pecho. Corrí, grité, transpiré la camiseta como los 11 que mientras tanto le regalaban a mi viejo la clasificación a la final. Hasta que encontré una ambulancia. En la ambulancia, que hizo lo más rápido que pudo hasta el hospital Piñeiro, mi papá se estaba dando por vencido, no paraba de mirarme y de hacerme entender que había estado donde quería estar y con quien quería estar. Antes de bajar de la ambulancia, le dije que San Lorenzo estaba ganando 4-0 (el cuarto lo escuché de lejos) y me dijo: "Bueno, mejor así".
Así es como quería dejar las cosas, con el sueño de la Copa Libertadores casi servido para que yo lo disfrute por los dos. Mejor así, como dijo el, mejor así que vinimos a ver a nuestro amado San Lorenzo hoy, juntos, y nos abrazamos tantas veces. Mejor así que murió una hora después con la azulgrana puesta y con la tranquilidad de que yo estaba cerquita, muy cerquita suyo. Mejor asi que lo último que vió fue el gol del Pichi Mercier y mi cara diciéndole a los ojos que todo iba a estar bien.
Esta es la historia más triste que me tocó relatar en mis 27 años. Pero es la historia que quiero que conozcan. La de un cuervo de ley, que murió en los tablones, fiel a su amor San Lorenzo. Es la historia de un socio refundador, de un guardian de la vuelta a Boedo, que desde hace rato ya tiene pagado su metro cuadrado. Es mi historia, la de una chica que amaba ir a la cancha con su papá y que a partir del miércoles pasado solo lo hace desde sus recuerdos.
No pretendo nada con este mail. Solo contarles la historia, porque el Club también es mio y quiero compartirlo con ustedes. Que las autoridades de San Lorenzo sepan la calidad de socios, de hinchas que tienen. Que entre todos sigamos haciendo grande a la institución porque realmente, es grande por su gente, por gente como mi viejo.
¡Gracias!
Lucía Bodo