Memorable concierto de un seleccionado de rockeros argentinos
Integrantes de La Renga, Alejandro Medina, Stuka, Claudio Tano Marciello, Michel Peyronel, Luciano Napolitano y un notable seleccionado de rockeros argentinos brindaron un memorable concierto de homenaje al rock local en el Roxy Live.
Reunidos por el empresario Jorge “Corcho” Rodríguez; los músicos repasaron -anoche- clásicos de la Pesada del Rock and Roll, Manal, Vox Dei, Aeroblus, Pappo Blues, Riff, V8, clásicos del blues americano y canciones de Norberto “Pappo” Napolitano.
A lo largo de más de tres horas, el concierto inicialmente pensado para una hora y media, se fue alargando debido que el placer de tocar primó sobre todo y los músicos quería seguir en el escenario compartiendo canciones y clásicos.
La humildad y el gusto de tocar caracterizó toda la noche y el ejemplo lo dieron los más grandes como los tres integrantes de La Renga, que compartieron escenario con el histórico bajista de Manal, Alejandro Medina.
La noche tuvo tres bateristas Tanque, Andrea Alvarez -que demostró toda su capacidad- y el ya histórico Bolsa González que confirmó por qué está entre los mejores bateristas locales y es el ingeniero de batería de cuanto disco se graba en estas pampas.
Del bajo se hicieron cargo Tete y Beto Ceriotti, de Almafuerte, mientras que Alambre González y el propio Corcho Rodríguez le hicieron la segunda guitarra a todos los grandes que pasaron por el lugar.
Uno de los puntos más fuertes de la noche lo ofrecieron los tres integrantes de La Renga tocando “Genesis”, de Vox Dei, y “Libros Sapienciales” en extensas versiones que confirmaron el talento de Chizzo como guitarrista y el poder de su voz.
La noche se inició con una zapada blusera y luego se fueron sucediendo los clásicos del hombre, que aunque ausente, era el factor convocante: Pappo, amigo de todos los que subieron al escenario.
Así fueron pasando “El hombre suburbano” y “El Gato de la calle negra” con Chizzo en voz y compartiendo emocionantes solos con el Tano Marciello y con Luciano Napolitano, mientras los eternos acompañantes de Pappo, Alambre y Bolsa González daban otra enorme muestra de humildad y de su ductilidad al igual que el tecladista Nico Rafeta.
“Ruta 66”, con Andrés Giménez en una floja interpretación, calentó la noche en el segmento más blusero en el que también se lució la bella y larguísima armoniquista Natacha Seara, compartiendo solos con todos los guitarristas.
El Bolsa González le cedió su lugar a Andrea Alvarez cuando Alambre, Luciano Chizzo y Beto Ceriotti secundaron a un flaco de pelo corto, Marciello, que se hizo cargo de las voces en “Pobre Juan”, de Pappo Blues y “Ruedas de Metal”, de Riff.
Las dos canciones le permitieron a Marciello batirse en un emocionante duelo con Chizzo y Alambre, que repartieron solos para todos los gusto, mientras que Andrea Alvarez confirmaba su capacidad y su polenta para tocar cualquier estilo.
Al promediar el show, Alejandro Medina subió al escenario para interpretar una poderosa versión de “Aeroblus” mezclado con estrofas de “Tema solísimo”, del proyecto que compartió con Pappo.
Acompañado por Luciano Napolitano, Alambre y el Corcho Rodríguez en guitarras, Medina entrego su vozarrón para una vibrante versión de “La maldita maquina de matar”, de la Pesada del rock and roll.
El Tano Marciello y los tres integrantes de la Renga quedaron en el centro del escenario para interpretar una notable versión del clásico de Pappo Blues “El sur de la ciudad” que tuvo una base menos blusera y más rockera para darle aire a frases como “desde que vivimos en el sur de la ciudad/ No he dejado nunca, pero nunca de observar”.
Luego los tres Rengos se entregaron a repasar a Vox Dei, hasta que Medina regreso al centro del escenario para tocar junto a ellos “El viejo y “Una casa con 10 de pinos” de Manal, junto a la guitarrista argentina Adella Rudnitsky, que integra la banda de la mexicana Paulina Rubio, pero que anoche demostró que le saca ardientes chispas a su Gibson SG.
Adella recibió elogios de Chizzo, Medina y Alambre por los solos con los que se batió a duelo con el líder de La Renga y con Luciano Napolitano, en otro momento destacado de la noche.
Luego Michel Peyronel tomó el micrófono y con el ex Violadores Stuka en guitarra, junto a Nacho Smilari, Corcho Rodríguez y Luciano Napolitano también con las seis cuerdas, Tete en bajo, y Bolsa en batería arrasaron con “No obstante lo cual” y “Que sea rock” de la última etapa de Riff.
Todos se quedaron en el escenario para que Chizzo cantara “Oye cantinero”, con el Tanque en batería, mientras que el Bolsa González sorprendió con un lindo solo de armónica para éxtasis de la gente.
Medina regreso al centro del escenario para interpretar “Desconfío” junto a dos chicas, mientras Alambre y Adella se repartían los solos para una versión que concluyo en formato blusero, con Rafeta tocando los últimos acordes con el piano en un plano principal.
Stuka a pedido de Chizzo arrancó con el riff de “Susy Cadillac” que duro casi 10 minutos, con solos de todos los guitarristas y hasta con cambio de bateristas ya que Peyronel le cedió su lugar a una emocionada Andrea Alvarez, que cerró la canción a puro palo.
Marciello y Chizzo entregaron una emocionante versión de” Sucio y Desprolijo” y de “El Viejo” que precedieron y calentaron a la gente reunida en el Roxy, para un final en la que Chizzo con su potente voz despidió a todos y les deseo “Feliz año nuevo” antes de arrancar con “Born to be wild” de Steppenwolf a la que Stuka y el guitarrista de La Renga le dieron aires más modernos, más cercanos a la versión que en los `80 hicieron los The Cult.
El público coreaba el estribillo de “Born to be wild”, mientras los guitarristas se turnaban en los solos y Rafeta y el Bolsa González se divertían con un solo de piano a cuatro manos para la versión de este himno rutero y de motociclistas, otra de las pasiones que unía a Chizzo y Rodríguez con el ausente Pappo.
La noche fue una verdadera fiesta de fin de año en la que los músicos compartieron sus gustos, sus afinidades, el placer de tocar y antepusieron la humildad por sobre los egos para gozar y permitir que el público gozara de una noche musical inolvidable.