Por Laura Caragliano

“Han transcurrido casi 65 años desde aquel día en el cual Eva recibió los trajes. Hoy cada una de estas prendas se resignifica. Su exhibición excede la mera presentación estética para convertirse en un disparador que motive una reflexión profunda. Desde su lugar el museo asume el rol de cuidar este patrimonio y en contra del olvido se convierte en un espacio que preserva la memoria.”