La histórica y exitosa operación de rescate de los 33 mineros atrapados en Copiapó invita a la reflexión sobre tantos otros casos similares que no pudieron alcanzar un buen final.

Ingrid Alday recordó el accidente de su padrastro Manuel Martínez Vega, un minero que hace dos años sufrió un derrumbe que lo dejó atrapado 300 metros bajo tierra en una mina de Antofagasta, Chile.

“Estoy muy feliz por esas familias que pudieron reecontrarse con sus seres queridos con vida pero también lo vivimos con algo de pena porque se cumplen dos años de que Manuel ya no está con nosotros”, afirmó la mujer en La Vuelta.

La historia. “Hicieron una semana de rescate y ahí nomás lo dieron por muerto; no hicieron nada más porque no se podía, el terreno era muy débil y más que nada por el costo”, remarcó.

“Por lo que cuentan, esa noche estaban todos operando y cuando los compañeros salieron a buscar agua se derrumbó la mina y él quedó ahí dentro”, relató Alday.

Para ella, Manuel “era una persona que toda su vida trabajó en minas y pudo haber buscado refugio como para salvarse pero la gente mayor no hizo más que darlo por muerto”.

En ese sentido, precisó que la Secretaría de Minería chilena no les dio asistencia. Asimismo, explicó que “el certificado de defunción lo entregan después de cinco o seis años y nosotros tenemos que seguir pagando deudas como podamos. Por ahora, no tenemos posibilidades de hacer nada más”.

“Creo que sobretodo fue por el costo que ellos no quisieron seguir moviendo tierra. Argumentaban que peligraba la vida de los rescatista por las condiciones del terreno”, dijo y recordó que “era una empresa llamada Juanita, su encargado era de apellido Gómez”.

Alday elogió la operación que encabeza el presidente chileno Sebastián Piñera. “Vale la pena el esfuerzo económico por la gente que se puede rescatar”, sostuvo.