América aguarda posibles réplicas en sus costas pacíficas tras el devastador terremoto de 8,9 grados en la escala Richter, con posterior tsunami, que azotó la zona marítima de Tokio.

Allí, la policía confirmó al menos 384 muertos y más de 700 desaparecidos.

El movimiento telúrico se ubicó en el Pacífico, a 130 kilómetros del puerto japonés de Sendai, tuvo una profundidad de 24,4 kilómetros y ocurrió a las 14.45 (hora Argentina de este viernes).

El tsunami causó olas de hasta diez metros que arrasaron viviendas, automóviles y hasta barcos y trenes.

En toda la jornada ocurrieron no menos de cien réplicas, la más importante en la provincia occidental de Nagano, donde el terremoto alcanzó los 6,6 grados Richter.

Todos los puertos del país fueron cerrados y el gobierno de Japón declaró el estado de emergencia al tiempo que ordenó aceptar toda la ayuda de organizaciones humanitarias internacionales.

También se declaró el estado de alerta máxima para las centrales nucleares, aunque las autoridades declararon que en principio no hay riesgo de fuga de material radioactivo de la de Fukishima, la número uno del país que se encuentra en la región afectada.

Sin embargo, el umbral normal en el nivel de radioactividad registrado en la central mencionada se incrementó mil veces, según dijo la BBC.

Por ello, las autoridades dispusieron la evacuación de la población situada unos diez kilómetros a la redonda de la central nuclear.

La catástrofe en Japón tuvo su repercusión en los países del continente americano que integran el “Cinturón del Pacífico”, donde se esperan aún olas de entre tres y cinco metros de altura.