Brasil: un muerto y más de 100 heridos por las masivas protestas
El periodista Dante Quinterno explicó que el movimiento de jóvenes de clase media es "contra las grandes obras y la corrupción" mientras "el sistema de salud se cae a pedazos".
Un muerto y más de un centenar de heridos fue el saldo de las multitudinarias manifestaciones de esta noche en las principales ciudades de Brasil, en las que se registraron serios disturbios y represión policial en Brasilia, Río de Janeiro, Recife, Salvador y Porto Alegre.
Por Continental, el periodista argentino radicado en Brasil explicó que "en este momento está participando más la clase media que la clase baja. Empezó con el reclamo por el aumento del boleto, pero luego se generalizó contra las grandes obras en las que se gasta mucho dinero y mientras tanto el sistema de salud se cae a pedazos y la educación no es buena. También incide el ataque de los últimos años contra a mala policía y las organizaciones de narcotráfico, pero e olvidaron de los menores 'criminosos', que son los que están cometiendo desmanes y no son vistos con simpatía por la mayoría de los jóvenes que participan en las marchas. Acá desde la época de Collor de Mello no hay manifestaciones de esta magnitud".
Un manifestante murió atropellado durante la protesta en Ribeirao Preto, en el interior del estado San Pablo, y resultó la primera víctima fatal de la serie de protestas callejeras iniciadas a comienzos de la semana pasada en la ciudad de San Pablo y luego extendidas a todo el país. Asimismo, más de un centenar de personas resultaron heridas en las diversas ciudades, en las que marcharon en conjunto alrededor de un millón de personas -según cálculos policiales- que configuraron la mayor manifestación popular desde el fin de la última dictadura, en 1985.
La presidenta Dilma Rousseff, quien anteayer había elogiado las protestas y dicho que su gobierno quería escuchar “la voz de la calle”, hoy canceló un viaje a Japón, previsto para la semana próxima, y esta noche convocó para mañana a sus colaboradores a una reunión de emergencia.
En Brasilia, jóvenes universitarios tanto de izquierda como conservadores fueron reprimidos por la policía con gases lacrimógenos y spray pimienta cuando intentaban ingresar al Congreso. Paralelamente, otros manifestantes invadieron el Palacio Itamaraty, sede de la cancillería, donde llegaron hasta el segundo piso e incendiaron algunas instalaciones y monumentos.
Mientras tanto, Rousseff mantenía una prolongada reunión con la ministra de la Casa Civil (jefa del gabinete), Gleisi Hoffman, que dio por terminada alrededor de las 20.30 (misma hora en la Argentina), cuando arreciaban las protestas en el Eje Monumental de la ciudad y la mandataria abandonó el Palacio del Planalto y se dirigió a la residencia oficial de la Alvorada.
En San Pablo y Río de Janeiro, grupos ultraderechistas agredieron durante las manifestaciones a militantes de la Central Unica de Trabajadores (CUT) y el Partido de los Trabajadores (PT) gobernante, ambas organizaciones fundadas por el antecesor de Rousseff, Luiz Lula da Silva. En Río, donde salieron a las calles unas 300.000 personas, la tropa de choque de la policía militarizada reprimió con gases lacrimógenos a un grupo que apedreó e intentó invadir la sede de la alcaldía, además de haber incendiado contenedores de basura.
Entre las reivindicaciones que fueron sumándose a las protestas figuran el aumento del presupuesto para la salud y la educación públicas, la mejora de la calidad de los servicios públicos y la crítica al gasto gubernamental para la organización de eventos como la Copa Confederaciones y el mundial de fútbol del año próximo. Pese a que la mayoría de las alcaldías resolvió en los últimos días dejar sin efecto el aumento del precio de los boletos, la convocatoria a las marchas de esta noche -replicada principalmente a través de las redes sociales- se mantuvo en pie.
Incluso, el Movimiento Passe Livre (MPL), iniciador en San Pablo de las primeras protestas, señaló que, aunque hubieran derogado el alza de las tarifas, la manifestación debía realizarse de todos modos “para que el pueblo festeje”. Las derivaciones de las manifestaciones -que en los días previos también habían registrado episodios violentos, pero no de la magnitud de los de esta noche- obligaron al vicepresidente Michel Temer a cancelar una visita oficial a Israel y Palestina, que había iniciado el lunes, y regresar inmediatamente a Brasil.