Desde mañana a la noche, cuando se materialice su renuncia, el papa Benedicto XVI dejará de usar sus zapatos de color rojo (que evocan la sangre de los mártires), para reemplazarlos por otros de color marrón. El anillo de pescador, símbolo del sello pontifical, será destruido por el cardenal camarlengo, y sus departamentos en el Vaticano permanecerán sellados hasta que vuelvan a ser ocupados por su sucesor.

Pero antes de todo ello, durante todo el día de mañana, el Papa dedicará su día a despedirse, aunque no está prevista ninguna ceremonia especial con gran despliegue.

A las 11, en la sala Clementina, Benedicto XVI saludará a los purpurados presentes en Roma. El cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, pronunciará un corto mensaje de despedida.

En tanto, por la tade, a las 16.55, en el patio San Damacio, corazón del palacio apostólico, Benedicto XVI saludará por última vez al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, y embarcará en su automóvil en dirección del helipuerto de la Ciudad del Vaticano. En ese momento, sonarán todas las campanas de la diócesis de Roma para saludar a ese pontífice que, por primera vez en seis siglos, decidió renunciar al trono de Pedro. Unos diez minutos después, serán las campanas de Albano, que celebrarán la llegada del Sumo Pontífice a Castel Gandolfo.

A las 17.15, Joseph Ratzinger aterrizará en ese castillo, residencia de verano pontificia. Allí lo recibirán monseñor Bertello, presidente de la gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano; el obispo de la diócesis de Albano; el alcalde, y el sacerdote de esa parroquia recostada sobre los Montes Albanos.


Y a las 17.30, siempre ante las cámaras de la televisión, Benedicto XVI aparecerá por última vez ante los ojos del mundo, desde el balcón de su residencia. En el crepúsculo, varios miles de fieles portando antorchas estarán presentes en el lugar para darle un último adiós.
El último acto de este relato excepcional se producirá a las 20, cuando se cierren las puertas del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. La Sede Apostólica será gobernada, a partir de ese momento y durante el tiempo que esté vacante, por el Colegio de Cardenales. Así terminará, después de siete años, diez meses y nueve días, el pontificado de Benedictus Sextus Decimus, el 265° Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.

A partir del viernes, el decano del Colegio de Cardenales, el cardenal Angelo Sodano, enviará a sus homólogos una carta convocándolos a las congregaciones generales que preceden el cónclave. Esas reuniones en las cuales se analizan las necesidades de la Iglesia y, a través de ellas, suele aparecer el perfil de los favoritos, según el padre Lombardi, "no deberían comenzar antes del lunes 4 de marzo". Todos esperan, en todo caso, que el futuro papa pueda presidir las celebraciones de la Semana Santa